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ILUSTRACIÓN: tomás ondarra
«La Corona está en el aire...»

«La Corona está en el aire...»

El foco ·

Al lado de la decisiva acción del Rey, la grandiosa movilización de un pueblo consciente de lo que era perder la democracia hizo fracasar definitivamente el 23-F

Domingo, 21 de febrero 2021, 04:04

A su modo, Haritz, mi hijo de tres años, interpretó con claridad las imágenes del asalto al Congreso: «¡Policías malos que no dejan trabajar a los aitás!». Pero en el principio, por todas partes, reinaba la confusión aquel 23 de febrero de 1981. Al tener ... noticia de lo que sucedía, llamé a la dirección del PCE en Madrid y la consigna, luego rectificada, fue ir hacia el Congreso. Allí estuve, junto a la estatua de Goya, intentando concienciar a los 'grises', indiferentes, que se desplegaban en círculos desde las Cortes al museo. Éramos pocos, entre ellos un compañero del PC de Euskadi, hasta que pasadas horas nos dijeron que llegaban fuerzas de liberación. Sucedió lo contrario: el comandante Pardo Zancada y los suyos se dirigieron al Congreso, al lado de Tejero, entre gritos de los congregados: «¡democracia, sí; dictadura no!». A la mañana siguiente, escena parecida en la Universidad Complutense: había que ser un bastión de la democracia y era preciso dejar vacío el campus para no provocar. En el Archivo de Salamanca, la Guardia Civil de Casinello lo ocupó, luego lo desocupó. Sabemos que en el campo golpista sucedió lo propio y a alto nivel, entre otros momentos cuando el general Juste se negó a sumarse al golpe. O al hablar Armada con Tejero en el Congreso.

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