Urgente Un incendio en un bloque de viviendas desata la alarma en Basauri

Hace sólo un par de meses los estrategas del PSOE y de Ciudadanos concibieron un plan que quería ser de altura: mociones de censura en Murcia y, al parecer, también en Castilla y León y la Comunidad de Madrid, las tres únicas autonomías en las ... que los socialistas no tocan poder desde hace al menos 25 años. Y Ciudadanos demostraría su vocación de partido bisagra (a buenas horas, mangas verdes).

Publicidad

Los efectos de la jugada han sido extraordinarios, aunque en sentido contrario al pretendido. Ciudadanos ha perdido el poder que tenía en Murcia y Madrid y va hacia la desaparición. El PSOE se quedó a dos velas en sus pretensiones de mejorar sus cuotas de poder y sus pérdidas en las elecciones madrileñas son un misil en la línea de flotación del Gobierno de Sánchez. Su socio de Ejecutivo, Podemos, se ha dado el otro batacazo. Iglesias no es ya vicepresidente y queda el último entre las izquierdas que competían en Madrid, mal asunto si aspirabas a encarnar a Lenin y Chávez a la vez. Dimite para hacer de chivo expiatorio, pero tal figura la eligen los demás, no admite que uno mismo se haga la víctima propiciatoria.

Lo sucedido demuestra la inconveniencia de ocurrencias como las mociones de censura que imaginaron en los idus de marzo de los que les convenía guardarse. Tenían su lógica: el periodo de Sánchez está marcado por su acceso al poder mediante una moción de censura con una alianza extrema y se mantiene sobre los equilibrios inestables de pactos vidriosos con partidos anticonstitucionales. En estas condiciones, se entiende que los mentores del régimen ideasen relevos autonómicos mediante operaciones de salón, a la búsqueda de equilibrios precarios. El pecado original deja una marca indeleble, máxime si se lo entiende como acontecimiento fundacional: no como causa de la salida del paraíso terrenal sino como motivo de la llegada a la gloria.

Sorprende que prepararan las censuras en efecto dominó sin tenerlas atadas. ¿No habían previsto la posibilidad de que sus parlamentarios no les siguieran? Por lo visto, tampoco se les había ocurrido la eventualidad de elecciones en Madrid. Esta inverosímil incapacidad de prever constituye un fracaso político en toda regla.

Publicidad

Las elecciones en Madrid han alcanzado una importancia extraordinaria. Primero, porque los partidos han echado toda la carne en el asador. En segundo lugar, porque se han desplegado plenamente los imaginarios hoy enfrentados en el teatro nacional. Tercero, por el lugar central de Madrid en el debate político desde que empezó la pandemia, con disputas improbables pero constantes sobre la política sanitaria a seguir, con descripciones tremendistas del «infierno de Madrid» y respuestas a la brava. En esto los partidos de Gobierno han jugado sobre presupuestos doctrinales y sobre un vacío en el que los ciudadanos no parecían contar sino como receptores de la propaganda. Daba la impresión de que la política sanitaria se elegía a la contra, como si no hubiese un virus campando a sus anchas.

Los resultados electorales demuestran que los catastrofismos gubernamentales no han calado El asunto es de fondo, porque para la izquierda antisistema Madrid viene a ser su gran bastión y se ha quedado en ciernes, aunque Más Madrid puede lucir el sorpaso sobre el PSOE, lo inimaginable. Los socialistas han quedado hechos unos zorros. Se ven confirmados los riesgos de que los otrora partidos moderados se embarquen en radicalismos para combatir a los partidos radicales: les hacen la campaña y, al votar, el electorado suele preferir el original a la copia, máxime si llega sin las estridencias barriobajeras del exvice.

Publicidad

Y está el tipo de debate que han desarrollado estas elecciones. Lo importante no parecía ser la gestión ni las propuestas sino la sobreactuación ideológica. No ofertaban programas sino imaginarios, sí estamos en la lucha fascismo-antifascismo y en la inminente desaparición de los servicios públicos. A juzgar por los resultados, no es la visión que tiene el elector. Ojalá estas excursiones doctrinales pasen a mejor vida. No nos llevan a ningún sitio, salvo a algún parque jurásico de las ideologías.

En estas elecciones entraba también el juicio electoral que merece la gestión de la pandemia, que no es cuestión colateral sino crucial. Resultado: no funciona el confuso estilo gubernamental, que combina discursos triunfalistas, escapismo y una notable ineficacia. Si para gestionar la recuperación económica emplean los mismos mimbres, no sería de extrañar más de lo mismo.

Publicidad

¿Los tropezones de esta primavera invitarán a alguna enmienda? La experiencia demuestra que nuestra política no cambia el rumbo hasta que se estrella. Lo único: tras unos años de mucho ruido y pocas nueces, ahora sabemos que los partidos emergentes (Ciudadanos y Podemos) no serán los que nos regeneren.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad