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Entrevistar a un sanguinario terrorista no es, en sí mismo, un acto legitimador del terrorismo. Está en la esencia de la profesión periodística llegar al fondo de las cosas y de las personas. Los testimonios de varios miembros de ETA en la obra 'Bajo el ... silencio', de Iñaki Arteta, o la entrevista al 'carnicero de Mondragón' de Ángeles Escrivá en 'El Mundo' son ejemplos clarificadores de que dar visibilidad a las opiniones de un terrorista no implica necesariamente blanquearlo. En este sentido, considero injustas algunas acusaciones que se han vertido contra Jordi Évole y el Festival de Cine de San Sebastián en relación con su supuesta intención de blanquear a 'Ternera' y a ETA, más aún cuando el documental 'No me llame Ternera' no se había estrenado. He preferido esperar a que bajaran los decibelios para, desde la serenidad, pronunciarme sobre la controvertida pieza.
Si entendemos que el periodismo tiene el deber de prestar un servicio a la sociedad, y en el caso que nos ocupa ese servicio sería desactivar el odio e impugnar la legitimación del terrorismo, esta entrevista no es una de las mejores contribuciones a esta importante tarea cívica. 'No me llame Ternera' es, sencillamente, un ejercicio de vanidad por parte de 'Ternera': hay oportunismo, narcisismo, un pésame de circunstancias -«matar no es un placer para nadie»- y un elocuente silbido de perro que se filtra al principio de la entrevista: «He tenido pocas oportunidades de expresarme. Conmigo se ha hecho un trofeo. Mi figura se ha deshumanizado». Todo un clásico: los asesinos de ETA se consideran víctimas y procuran convencer de ello a los demás.
El documental no aporta nada relevante más allá de comprobar que el fanatismo no desaparece con un comunicado de disolución, ni con la entrada en la vejez ni con la cercanía de la muerte. ¿Merecía semejante espejo alguien anclado desde hace 60 años en las mismas ideas criminales? Probablemente no. No obstante, como punto positivo, cabe destacar que la pieza contribuye al derecho a la verdad de la víctima Francisco Ruiz y de la familia de Víctor Legorburu, asesinado por 'Ternera'; familia que incomprensiblemente no aparece en el documental ni ha sido contactada para que pudiera conocer de primera mano un hecho tan relevante en sus vidas; lo puedo afirmar porque fui yo quien comunicó al hijo de Víctor Legorburu lo que 'Ternera' dice en el documental. En este sentido, 'No me llame Ternera' también es un espejo de dónde estamos como sociedad: los perpetradores siguen despertando mucho más interés que sus víctimas y sus derechos.
No es cierto que 'Ternera' haya tenido pocas oportunidades de expresarse. En Francia, país en el que vive con total tranquilidad al menos desde 2019, cuenta con innumerables apoyos de intelectuales, políticos, medios de comunicación y activistas de toda clase. A los pocos días de su detención el 16 mayo de 2019, varios filósofos galos enaltecieron a 'Ternera' comparándolo con Nelson Mandela en un artículo en 'Libération'. A los dos meses de su detención, se hizo público un manifiesto de intelectuales de izquierdas de todo el mundo en el que se pedía que no se le extraditara a España. El cineasta Thomas Lacoste le hizo protagonista de su obra 'Pays Basque et Liberté: un long chemin vers la paix', un espurio documental en el que se ahonda en la imagen de 'Ternera' como el Nelson Mandela vasco. También la agencia pública de noticias francesa, France Presse (AFP), le dedicó un reportaje fotográfico lleno de glamur. Por si todo esto fuera poco, el 26 de mayo de 2021 'Ternera' dio una conferencia en la Asamblea Nacional francesa. Las víctimas de ETA no existimos al otro lado del Bidasoa, mientras el terrorista 'Ternera' ha logrado una publicidad que le permite disfrutar de su particular santuario de olvido e impunidad.
Seguramente 'Ternera' conciba la entrevista de Évole como parte de esta gigantesca maquinaria de márketing. Pero 'No me llame Ternera' no blanquea a 'Ternera' porque 'Ternera' no tiene ninguna intención de blanquearse. La sospecha de que el documental podría blanquearle parte de una premisa ingenua: que 'Ternera' estaría dispuesto a hacer un pequeño acto de contrición que podría servir para dejar atrás su trayectoria criminal. Cuán ingenua sigue siendo una parte de la sociedad, que piensa que los asesinatos de ETA pesan a quienes los han perpetrado.
Ingenuidad que también ha demostrado el propio Évole, decepcionado con 'Ternera' por no haber utilizado un lenguaje más «conciliador». Cómo se habrá regocijado 'Ternera' ante estas críticas anticipadas y ante la expectativa de conciliación, lo cual no sucede en Francia. Al norte de los Pirineos sus campañas de márketing están perfectamente mimetizadas con el ambiente. No hay ninguna resistencia a la imagen de 'Ternera' como el Mandela vasco. Nadie espera ni solicita su arrepentimiento. Nadie acusa a nadie de querer blanquearlo porque allí ya está, de facto, blanqueado.
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