Como el cuento de Pedro y el lobo. Así es como podríamos describir la situación que estamos viviendo. Después de semanas, meses, escuchando continuos mensajes sobre el aumento de la inflación, el incremento de costes de las materias primas, de costes energéticos (derivados principalmente del ... petróleo y del gas), las continuas revisiones a la baja del crecimiento de la economía… Que viene, que viene, y aquí está: la crisis de 2022.
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Esta situación, que ya afecta al consumo final, está condicionando la viabilidad de muchas de nuestras empresas industriales, a las que debemos el bienestar social del que disfrutamos actualmente en Bizkaia y Euskadi. Merece la pena recordarlo: nuestro modo de vida se sustenta en una economía sólida que tiene su base en el arraigo de la industria, en el PIB industrial, actualmente el 21,46%.
Por ello, como sociedad, estamos obligados a crear una conciencia común sobre este hecho. Al igual que hoy estamos haciendo esfuerzos para frenar el cambio climático cuyos resultados veremos a largo plazo, debemos luchar por mantener y mejorar nuestro arraigo industrial con el objeto de mantener y mejorar nuestro bienestar social. Sin duda, este bienestar social lo posibilitan las recaudaciones de las haciendas forales, de las cuales una parte muy importante se sustenta en el tejido empresarial vasco. Su principal motor sigue siendo la industria. No hay más que mirar a otros países, los más solventes y con más fuerza son aquellos que más industria representan.
En Euskadi, y particularmente en Bizkaia, la industria siempre ha formado parte de nuestro ADN y de nuestra historia. Hemos tenido grandes fábricas que hemos sabido reconvertir según las necesidades de cada momento. Sin lugar a dudas, la industria ha sido vital en las recuperaciones de las últimas crisis que hemos vivido. Sin embargo, a diferencia de las crisis recientes, en la coyuntura actual no estamos hablando de un origen especulativo. Esta vez toca de lleno a la industria. Sin ánimo de entrar en muchos datos, la inflación ha llegado al 10,2%, los costes industriales han aumentado un 45%, los costes energéticos un 128% y los empleos vinculados al sector han descendido en los tres últimos años hasta el 13,43%. Todo esto en un territorio que cuenta con cifras de absentismo un 35% por encima de la media del Estado.
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Son estas unas pinceladas para ilustrar la situación que estamos viviendo en el sector industrial de Bizkaia, que debe ser protegido en interés de todas y todos. La fórmula para mantener el peso industrial pasa inevitablemente por tomar conciencia a todos los niveles sociales preguntándonos: ¿qué somos?, ¿cómo hemos llegado aquí?, ¿cómo mantenemos nuestra posición?
Hablamos de compromiso social, de huir de la confrontación y encontrar el equilibrio de intereses, necesidades y consecuencias entre todos los agentes. De tomar hoy medidas pensando en el mañana. De ser sostenibles en el tiempo.
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Las empresas industriales somos las primeras interesadas en el consenso, tenemos un compromiso con el futuro y por eso seguimos invirtiendo en I+D, desarrollando nuevas soluciones y manteniendo empleos incluso en circunstancias de menor actividad.
Pero nuestras mejores intenciones no son suficientes. Es responsabilidad de todas y todos, de instituciones y de agentes sociales. Las claves pasan por una legitimación de la figura empresarial, que favorezca a su vez el emprendimiento futuro. La empresa como una organización creadora de riqueza en su entorno. Alejémonos de posiciones maniqueas que confrontan personal trabajador y empresas, más aún en momentos como el actual. Miremos adelante, hacia modelos colaborativos y de 'win-win', modelos que se basan en favorecer la actividad empresarial que pueda revertir en un bienestar colectivo y continúe generando riqueza y empleos de calidad en Bizkaia.
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Necesitamos visibilizar la industria y trabajar su atractivo para las generaciones futuras, incentivar vocaciones y retener el talento. Que las personas que emplea el sector industrial en Bizkaia sean las primeras prescriptoras. Entender que el beneficio que generan nuestras empresas no recae únicamente en ellas, es compartido por la sociedad. Esto es el 'core' que garantizará un futuro común, en el que la industria siga siendo tractora de una economía con fuerza, capaz de convertir la riqueza en beneficios sociales. Trabajemos unidas y unidos para que no llegue el lobo.
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