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Todo converge hacia la reelección de Emmanuel Macron como presidente de la República francesa en los comicios a celebrar en primera vuelta este domingo 10 y a concluir el domingo 24 entre los dos pretendientes más votados. A media voz, los sindicatos apuestan por esa ... resolución ante la oferta electoral de 2022. No es adhesión, se trata de un análisis anterior a la guerra en Ucrania en el que no se olvidan los enfrentamientos por las reformas del Código de Trabajo, la jubilación, el desempleo o la crisis de los 'chalecos amarillos'. Desde 1988, ninguna central da consigna de voto. Pero cuando los candidatos de la extrema derecha -Marine Le Pen (Reunificación nacional) y Eric Zemmour (Reconquista)- representan una opción del 30% de los sufragios, el sindicalismo reafirma sus valores: rechazo del racismo, del antisemitismo, la xenofobia, la conversión del extranjero en el chivo expiatorio de los males de Francia. El segundo gran temor de esta campaña átona es la abstención. Mientras miles de ucranianos mueren por un Estado de Derecho, un escaso 67% del electorado galo muestra interés activo por la democracia representativa. La Covid-19 y la guerra en Europa han puesto a prueba el bienestar que creíamos adquirido. No todo está decidido; la participación ciudadana es más necesaria que nunca si Zemmour no se despega de Putin y Le Pen mantiene renuencias.
Oficialmente, la contienda electoral para la presidencia empezó el 28 de marzo. En un juego de acrobacias, Macron ha retrasado al límite su candidatura aprovechando su papel de máximo dirigente de la República y su turno como representante de la Unión Europea en los primeros seis meses de 2022. A este protagonismo se unen las negociaciones con Vladímir Putin en el intento de detener la invasión de Ucrania y posteriormente paliar los mortíferos desastres del amo del Kremlin. Tanta conjugación de papeles es calificada como abusiva por los demás candidatos que optaron por una temprana precampaña. Hoy corren tras el adversario inalcanzable sin poder confrontar sus programas
La llegada de Macron a la escena electoral parece no cambiar nada. Una campaña que no incluye debates cara a cara por imposición del presidente saliente le otorga, como candidato de La República en Marcha, una intención de voto del 28% según la octava encuesta Ipsos-Sopra Steria para 'Le Monde'. Sus adversarios próximos son Marine Le Pen (Reunificación nacional) con un 17,5% y Jean-Luc Mélenchon (La Francia insumisa) con un 14% de previsión. Retroceden Eric Zemmour (Reconquista), 11,5%, y Valérie Pécresse (Los Republicanos), 10%. Los otros aspirantes quedan relegados a muy terceros planos. La guerra de Ucrania golpea en pleno contexto electoral. Ha generado una concentración hacia Macron aumentando el escrutinio de 5 a 8,5 puntos, según el instituto de sondeo consultado.
La posición de 'presidente protector' es un fenómeno que se repite en épocas de turbulencias. Otro sondeo del instituto Odoxa dice que para una mayoría de franceses ninguno de los principales candidatos a la presidencia lo habría hecho mejor que Macron en la escena internacional. Agotados por la crisis de la Covid-19 y sus sobresaltos, numerosos electores no quisieran añadir perturbaciones políticas a la inestabilidad económica y geopolítica dejando caer a un presidente en el que pueden reconocer carisma, experiencia y la competencia de un líder en la defensa de la UE y la paz mundial.
Cuando sobreviene una crisis, estalla un conflicto militar de calado o se produce un ataque terrorista, la actualidad internacional desplaza los agravios de la ciudadanía. Es lo que se conoce como 'rally 'round the flag' effect', un efecto de reagrupamiento bajo la bandera que se traduce en un apoyo acrecentado del poder en plaza. La naturaleza del fenómeno se explica por tres mecanismos. Primero, cuando una amenaza de tipo existencial se hace más palpable, los ciudadanos se vuelcan hacia los actores políticos que pueden protegerles de los riesgos planteados por la convulsión del 'statu quo'. Segundo, los pueblos pueden también seguir un reflejo patriótico posicionándose tras el Gobierno o el presidente que encarnan más que ningún otro la unidad nacional. Tercero, el consenso general que prevalece en el seno de las élites políticas concerniente al conflicto y la ausencia de divergencias mayores entre estas élites, manifestados además en los medios, alimenta esta convergencia de los electores de distintas adscripciones hacia el poder ejecutivo.
Esta campaña laxa, aplastada entre dos crisis globales, no facilita una confrontación sobre los asuntos internos -déficit del poder adquisitivo, empleo e industria, seguridad e inmigración, energías y ecología-. Corresponde a los actores implicados en el debate público explicar la excepcionalidad de esta elección y promover el sufragio universal, conquista histórica donde las haya. Sin olvidar que los ciudadanos esperan respuestas concretas a sus preocupaciones diarias. Una evidencia que Macron no puede ignorar.
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