Son muchos los CEO-fundadores de grandes empresas que, por motivos estratégicos, terminan abandonando la compañía en momentos álgidos: Amancio Ortega, Bill Gates, Steve Jobs... Pero este no es el caso de Jeff Bezos. Creo que la estrategia de Amazon variará muy poco con la ... anunciada salida de Bezos del puesto de CEO de la compañía. Se trata más de una imperiosa necesidad de cambio de imagen que de un fuerte cambio de rumbo. A mi entender, hay muchos indicios que apuntan en esa dirección. Expongo algunos de ellos.
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Por un lado, el propio director financiero de la compañía, Brian Olsavsky, anunció recientemente que «Bezos no deja Amazon, sino que va a tener un nuevo trabajo dentro de la compañía» (se mantiene en la junta directiva). Siendo así, es lógico pensar que una figura tan poderosa y 'padre de la criatura' seguirá, por tanto, gozando de una capacidad de influencia muy superior a lo que realmente representan sus acciones (algo más del 10% actualmente). Además, estamos ante un verdadero visionario. Un muchacho que en 1994, con sólo treinta años, decidía invertir -con el apoyo de sus padres- un millón de dólares en crear una librería electrónica. Fue un acierto. Esa tienda de libros pasó a ser multitienda y después a ser 'empresa de todo', fagocitando todo lo que se encontraba en su camino. En tan sólo veintisiete años, esa librería se ha convertido en un monstruo con decenas de poderosos brazos. Compite con Netflix en el entretenimiento (Amazon Prime), con Walmart en los supermercados (Amazon Fresh), con Sony en productos electrónicos (Kindle y Alexa) o con Google y Facebook en el uso de datos, empleando a más de un millón de personas. Aquel muchacho transformó su inversión inicial en una compañía que hoy vale más de un billón de dólares y es una de las cinco más grandes del mundo.
Por otra parte, hay que pensar en quién será su relevo: Andy Jassy. Una persona fuera de los focos mediáticos hasta la fecha y con un expediente muy válido para mantener una gestión continuista. No en vano lleva en la compañía desde 1997 y trabajando muy de cerca con Bezos desde el año 2000. Formado en Harvard, se ha encargado hasta ahora de la dirección exitosa de Amazon Web Services (AWS), división que creció un 30% el año pasado (45.000 millones de dólares). Es, además, amigo personal de Bezos, con quien tan solo se lleva cuatro años, y tiene claro también que la empresa debe seguir creciendo por la vía de la innovación. Es decir, no es el padre de la criatura, pero sí el tío que vive en casa desde hace muchos años.
Además, recuerden que el padre no abandona la casa, vigilará muy de cerca a su hijo Amazon. No sólo por una vinculación emocional, sino porque hay mucho en juego. El niño lleva un pan debajo del brazo. A papá Jeff le ha hecho ser la segunda fortuna del planeta -unos 160.000 millones de euros- y con las cosas del comer no se juega…
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Pero entonces, si realmente ni se va del todo ni se va a dar un fuerte giro a la estrategia de la compañía, ¿por qué deja Bezos el cargo a sus 57 años? Todo apunta a un tema muy vinculado a la imagen de dos marcas: Jeff Bezos y Amazon. Y eso es un riesgo cada vez mayor. Por una parte, Bezos necesita cuidar su marca personal, lo que sin duda es un importante activo para su persona y sus negocios (es dueño también de 'The Washington Post' y la empresa aeroespacial Blue Origin y no en vano donó recientemente 10.000 millones de dólares para luchar contra el cambio climático. Por otra, Amazon es un animal que está copando todos los mercados donde se mete y esto le está sometiendo a severas investigaciones por prácticas abusivas de monopolio y por usos, cuanto menos, poco éticos de los datos que le aportan sus minoristas. Además, sus dudosas prácticas laborales y los ridículos impuestos que deja en el país no muestran, precisamente, la imagen de una empresa ejemplar.
En cualquier caso, si Amazon se ha convertido en un animal tan grande y poderoso es porque ha sido muy eficaz encontrando y adaptándose a las nuevas necesidades de sus clientes. Pero también porque todos nosotros hemos contribuido a ello. Por tanto, no resulta congruente ser usuario de los servicios de Amazon y después quejarse de su poder monopolístico. Que este gigante esté llevando a la ruina a muchas empresas locales no es sólo culpa de la falta de vigilancia de la Administración hacia sus dudosas prácticas. Lo es también porque usted y yo hemos dado de comer al gorila porque nos ofrece un cómodo y buen servicio.
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Por tanto, permítame dejarle con un dilema: ¿seguimos alimentando al monstruo que tanto me facilita mi día a día o, antes de darle al botón de comprar, pienso en las consecuencias indirectas que esta acción tendrá en mi entorno cercano?
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