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jose ibarrola
El arte de engañar

El arte de engañar

Hay en las recomendaciones energéticas de la UE una clara intención de culpar al ciudadano. Lo ensayaron en calamidades anteriores y les ha funcionado bien

Sábado, 23 de julio 2022, 23:57

Cuando cumplí seis años mi numerosa familia y yo nos mudamos a la primera casa, de las varias que habitaríamos, que tenía calefacción. No era de carbón, gasóleo o fuel ni estaba integrada en la obra; se trataba de un sistema alternativo compuesto por radiadores ... eléctricos de calor negro -con su olor característico- instalados por nuestra cuenta y que pocas veces se encendían por una moderación que más bien era miedo a la factura de la luz. Por ello las habitaciones de la casa estaban tan frías como las de la anterior y seguíamos viviendo hacinados en la cocina caldeada por la vieja estufa de queroseno, alrededor de una mesa con funciones polivalentes en la que, habitualmente, no cabía un alfiler. Hablo de inviernos de crudeza extrema, cuando esas grandes nevadas que están en boca de cualquiera que tenga más de cincuenta ocupaban la mayor parte del invierno. Recuerdo los sabañones, las rodillas al aire amoratadas de frío, las manos heladas en guantes desparejados de lana, la bufanda atada atrás con un nudo, colgando, inútil, por una espalda que no era la parte del cuerpo que la necesitaba, pero no recuerdo que aquello fuera horrible ni dramático. Ni siquiera duro. Era normal. En invierno se pasaba tanto frío como en verano calor. Hablo de los 60.

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