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El éxito en la primera fase de la pandemia ha dado paso a una falsa sensación de seguridad, responsable de una situación nefasta ya descrita como catástrofe inminente. Mientras se levantan los puestos para el mercadillo de Navidad en Madrid, los planes para el de ... Múnich se han abandonado este año. Que la ciudad bávara haya cancelado su equivalente, el tradicional 'weihnachtsmarkt', por segundo año consecutivo es otra clara señal de que los intentos por controlar el coronavirus en Alemania están en apuros. El 'weihnachtsmarkt' es un elemento integral de las fiestas en el país, tan importante como la cabalgata de Reyes en España, y muchos se preguntan, tanto dentro como fuera de Alemania, qué ha fallado.
Al principio, todo empezó con buen pie. Durante la primavera de 2020, cuando se registraron los primeros brotes de covid, Alemania tenía la pandemia muy bien controlada. El Instituto científico Robert Koch, con sede en Berlín, hizo un seguimiento muy detallado de los contactos de cada paciente que se había infectado. Mientras las poblaciones de otros países europeos, por ejemplo Italia y España, eran sometidas a un confinamiento brutal para limitar el contagio, la vida cotidiana de los alemanes transcurría con bastante normalidad.
Pero todo eso ha cambiado ya en los países de la lengua alemana. Hace unos días, el Gobierno austriaco impuso una cuarentena estricta hasta el mes que viene. A los ciudadanos sin vacunar sólo se les permitirá salir de casa para trabajar, hacer la compra o practicar deporte. Las escuelas permanecerán abiertas pero se recomienda a los niños que se queden en casa. Y, a partir de febrero, la vacunación será obligatoria para todos en Austria.
Mientras tanto, al otro lado de la frontera parece inevitable que Alemania siga el mismo camino. La razón del cambio de rumbo es sencilla: ninguno de los dos países tiene una tasa de vacunación suficiente para frenar la propagación del coronavirus. Poco más de dos de cada tres austriacos se han vacunado y en algunas regiones de Alemania la cifra es inferior a la mitad de la población. En España, por el contrario, más de 8 de cada 10 adultos tienen la pauta completa y muchos de ellos están tomando ya la tercera dosis.
Todos los epidemiólogos coinciden en que la tasa de vacunación alemana no es suficiente para evitar el contagio y su análisis se ha visto claramente en la tasa de infección. Los últimos datos hablan de jornadas con más de 70.000 casos nuevos, lo que supone un aumento del 50% sólo en la última semana. Como es lógico, los hospitales trabajan a toda máquina, las urgencias están desbordadas y los equipos médicos están agotados.
El porqué y el cómo se ha llegado a esta situación ha provocado un angustioso debate nacional y ha generado un alto nivel de conflicto civil. No hay consenso sobre quién o qué es exactamente el responsable, hay varias razones detrás del fracaso.
Según la todavía canciller Angela Merkel, el éxito en las primeras fases de la pandemia ha dado paso a una falsa sensación de seguridad y esta complacencia es la responsable de una situación nefasta que ella misma describe como una «catástrofe inminente». El marido de Merkel, un catedrático de Ciencias que normalmente se mantiene muy en segundo plano, ha sido aún más tajante y ha acusado a algunos alemanes de ser «perezosos y débiles» frente a la covid. Una segunda razón vinculada es la aparición de una nueva cepa del virus que es aún más contagiosa que las anteriores y algunos alemanes han bajado la guardia justo en el momento en que debían ser aún más precavidos. Una tercera razón puede ser el clima: con el descenso de las temperaturas, sobre todo en el norte de Europa, más personas se quedan en espacios reducidos con la calefacción encendida y las ventanas cerradas. Lógicamente, es más difícil mantener la distancia social necesaria en estas condiciones.
Por último, hay razones que tienen su origen en la historia y la sociología. Las diferencias en las tasas de infección son muy marcadas y algunas de las regiones más afectadas se encuentran en el este del país, la antigua RDA comunista. Hasta hace tres décadas, los alemanes de esta zona vivían tras el telón de acero y bajo el régimen represivo del dictador Erick Honecker. No es sorprendente que allí quede una sospecha residual de un Gobierno que busca controlar cada movimiento de los ciudadanos. Como se sabe bien en España, el calado de la memoria histórica de una dictadura puede ser muy profundo. Y, claro, más allá de la historia de la RDA está la sombra del régimen del Tercer Reich. En todo el país existe otra tendencia que se queja de una imaginaria «dictadura de vacunar» frente a la que sus seguidores están decididos a resistir.
Como respuesta, el presidente de Baviera insiste en que ahora hay dos virus en Alemania, uno de covid y otro de información falsa sobre los efectos secundarios de la vacuna. Está por ver si el Gobierno de Berlín es capaz de derrotar el segundo para superar al primero.
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