Un Gobierno fuerte con una hoja de ruta clara y soluciones para garantizar la salud, recuperar la economía y el empleo, y no dejar a nadie atrás, sin desperdiciar una sola aportación que pudiera sumar en ese camino. Con ese compromiso los socialistas nos presentamos ... ante la ciudadanía hace dos años, y lo trasladamos a un programa que se está ejecutando de forma implacable para atender las urgencias y preparar a Euskadi en esta acelerada revolución económica que estamos viviendo. Y eso para los socialistas tiene un plus, porque nuestro partido nació precisamente en la primera gran revolución del siglo XIX para extender derechos hace 136 años, y en este ecuador de legislatura sumamos dos más no solo extendiendo derechos, sino transformando Euskadi.

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Porque creo que es necesario tener perspectiva. Saber dónde estábamos y qué dijimos, y dónde estamos y qué hacemos. Aquel 12 de julio por primera vez teníamos que ir a las urnas en pleno periodo vacacional. La ciudadanía, que había respondido de forma responsable al mayor parón económico de nuestra historia y que asistía conmovida al trágico impacto de la covid, había encontrado una ventana de oportunidad, muy limitada todavía, para darse unos días de respiro, ignorando, como ignorábamos todo lo demás de la pandemia, que todavía el virus nos azotaría en varias oleadas sucesivas más. Y ni las vacaciones ni las incertidumbres eran el mejor motor de la participación electoral.

Pero era necesario recuperar plenamente la acción institucional, el Parlamento en toda su capacidad y el Gobierno en todo su potencial, para responder a todas las incógnitas que se nos iban a seguir abriendo. Por eso, aprovechar esa fecha permitió que, entre otras cosas, se organizara con absoluta eficacia el mayor dispositivo de emergencia de salud pública, como fue el proceso de vacunación, con la implicación total de quienes trabajan en el servicio público de Osakidetza. Primer objetivo del PSE-EE en aquellas elecciones, primero del Gobierno que se constituyó: garantizar la salud de todas las personas.

Nuestro segundo objetivo era recuperar la economía y el empleo, y aquel 12 de julio había 188.000 trabajadores en ERTE, 30.000 personas más en paro y 27.000 afiliados menos que el año anterior. Se nos alertaba del riesgo de que los ERTE acabaran en despidos y de que el desempleo llegara a cifras absolutamente disparadas. De hecho, agosto tuvo un comportamiento negativo. Sin embargo, la primera vez que comparecí en el Parlamento como vicelehendakari pude hablar de recuperación de empleo, y lo hice de forma contenida, con la prudencia necesaria en un momento tan extraordinario. Dos años después, hablamos de 34.000 desempleados menos y de 48.600 afiliados más a la Seguridad Social, una cifra que nunca había conocido Euskadi.

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Y a aquella cita con las urnas acudimos también con un tercer reto, desde la convicción de que no podía quedar nadie atrás. Una expresión nada hueca, sino profundamente transformadora, porque el progreso económico sólo sería de unos pocos si no va acompañado de cohesión social. La recuperación económica y del empleo ha permitido dar nuevas oportunidades, que han permitido a 4.200 personas que percibían la RGI encontrar oportunidades para construir su vida más allá de las prestaciones sociales. En ese camino seguimos.

A la agenda urgente la acompañamos de la agenda revolucionaria, de proyectos estructurales que fueran cambiando el país y adaptándose a la realidad del siglo XXI, con otro compromiso añadido: una vocación de amplios acuerdos, porque en circunstancias excepcionales, más allá de las mayorías aritméticas, son deseables los consensos del más amplio espectro. Aquel Gobierno nuevo nació con un proyecto de 28 leyes, y en el ecuador de la legislatura ha remitido 24, más las tres presupuestarias y las que han incorporado los grupos que nos apoyan. Y, lo que es más importante, de las 17 ya aprobadas, la mayoría han salido adelante con acuerdos sólidos.

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Ésta es la evaluación, la de los hechos y las realidades, que no oculta ni una sola de las incertidumbres que nos siguen acechando. Pero sí nos deben servir para afrontar este futuro incierto con confianza. Hace seis años hicimos una apuesta por reencontrarnos con el diferente para marcar un rumbo de país, y la ciudadanía decidió hace dos años dar a los socialistas, por primera vez estando en un Gobierno de coalición, más fuerza para garantizar estabilidad y certezas. Fue una buena idea dejar fuera de la acción de Gobierno los enfrentamientos por banderas y sentimientos y recuperar la política como herramienta para solucionar problemas. Los hechos lo demuestran, y es la mejor garantía para seguir cumpliendo y seguir transformando Euskadi.

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