![La anfisbena y el bestiario](https://s3.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202112/29/media/cortadas/opi-cava-kql-U160390362141xmC-1248x770@El%20Correo.jpg)
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La 'anphisbaena' es un animal que posee dos cabezas; una en su lugar natural y otra en la cola. Una serpiente que puede caminar en las dos direcciones. En las 'Etimologías de San Isidoro' se las describe, al igual que en la 'Historia Natural de ... Plinio'. Error genético o broma de la naturaleza, la anfisbena aparece en varios capiteles del arte románico y significa la representación del bien y del mal. En algunas culturas, el lado bueno llegó a colorearse de blanco para diferenciarlo del maligno. Este ejemplo del bestiario medieval a veces muerde el cuello del lado malo. Pero la conclusión moralizante no encaja en esta alegoría, que bien pudiera aplicarse a algunas políticas de nuestro tiempo. De hecho, se me antoja similar en comportamiento a lo sucedido durante las gestiones sobre la cacareada reforma laboral.
El acuerdo entre los agentes sociales ha dado vía libre para que el Gobierno saque adelante la reforma aprobada en el Consejo de Ministros de ayer, despejando cualquier sospecha de inocentada. Pero la respuesta del señor Otegi, cuya actitud recuerda a la de un grifo medieval (león y águila al tiempo) no se hizo esperar. La prensa recogió el mismo día en que se hacía público el acuerdo que Bildu trabajaría en comandita con ERC para enmendar tal acuerdo durante su tramitación parlamentaria. Pese a ello, la realidad parece confirmar en tiempo navideño eso de 'Olé, olé, Yolanda ya se ve'. Licencia que me tomo remedando lo escrito por Manuel Navarro Mollor, autor del popular villancico que situaba a los Reyes Magos equivocándose absurdamente de ruta… porque a Holanda no habrían llegado ni con GPS.
La ministra, más allá de calificativos tópicos, desde que fue al Vaticano acierta más, aunque su retórica resulte naíf y su dicción algo pastosa. En verdad, la vicepresidenta segunda del Gobierno ha acumulado experiencia suficiente desde su etapa como concejala en el Ayuntamiento de El Ferrol y abogada laboralista hasta hoy. Han sido 18 años tras los que su cantada metamorfosis empieza a generar movimientos sísmicos bajo los cimientos del bipartidismo. Y es que hasta su apariencia y estilismo han cambiado notoriamente. Ahora bien, de ahí a calificarla de 'it girl' va un trecho. No obstante, es evidente que suscita simpatías. Y no solo porque curra mucho, label que siempre da valor añadido. Aunque, obviamente, es lo que debe hacer una ministra, y más si ostenta la cartera de la cosa.
A comienzos de septiembre de 2021 la estadística internacional cuantificaba en lo relativo a igualdad de género y alta gestión a 26 mujeres sirviendo como jefas de Estado o de gobierno, en 24 países. Posición de poder que antes nunca se había alcanzado. De otra parte, los portfolios más comunes ostentados por ministras corresponden a familia, juventud, trabajo social, entorno y recursos naturales, empleo y trabajo, mujer e igualdad de género.
Sin embargo, como evidencia el renovado modelo internacional de alta gestión en nuestra época, la economía también ocupa a mujeres con talento actuando al máximo nivel. Por eso, no deja de ser una casualidad algo perversa que, si las relaciones contrarias entre Calviño y Díaz se han evidenciado críticamente, el éxito de Nadia Calviño acontezca justamente el mismo 24 de diciembre al haber sido seleccionada como presidenta del Comité Monetario y Financiero Internacional (IMFC), órgano rector de las políticas del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Así que, en línea con lo antedicho metafóricamente sobre el bestiario fantástico, yo veo a Calviño como una esfinge. Ni anfisbena, ni grifo, menos aún como arpía. Como una esfinge. Pero no en su versión egipcia, sino de nuevo románica. Es decir, como vigilante que no deja pasar a nadie que no cumpla con el requisito, salvaguardando el ritual sagrado.
Pero puestos a comparar, el portavoz de Unidas Podemos, el señor Echenique, del que sabemos de antemano qué va a decir siempre -cosa muy poco original- no decepciona en cuanto al porte político de sus declaraciones, por lo que su similitud con una nereida es curiosa. Las nereidas, rodeadas de delfines, caballos marinos y tritones -mitad hombre y mitad pez- pasaron de salvar a los hombres a crear el peligro. Representadas desde los inicios del siglo IX, eran una especie que se extendió por toda Europa. Todos los bestiarios coinciden en que terminaron por convertir a los incautos en víctimas pero eso sí, antes se lo pasaban estupendamente, deleitándose con placeres inenarrables, seduciendo con la ayuda de actores, comediantes y músicos. No confundirlas con sirenas. Esas si que eran -según la Odisea y los pitagóricos- engañosas, frente a la armonía purificadora de las musas. Vamos, unas meretrices de tomo y lomo.
Total, a la vista del panorama celeste, me quedo con el centauro. A fin de cuentas, presta su icono al Sagitario del Zodíaco, signo que además coincide conmigo. Pero no le busquen paralelismo en la escena pública. Por más que miro, no lo encuentro.
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