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Si hace solo unos meses alguien hubiese sostenido que nos íbamos a ver embarcados en un proceso de rearme a escala europea, con la urgencia ... y de la magnitud del que se está planteando, lo más probable es que no habría sido tomado muy en serio. Sin embargo, la realidad de los hechos pone de manifiesto, una vez más, no solo que todo es posible sino que, además, siempre ocurre lo imprevisto, como es la exigencia de un rearme sin precedentes en las últimas décadas, que ha pasado a ocupar un lugar central en la agenda política de la UE y, asimismo, en la de cada uno de los Estados que la integran.
Y si también se hubiese augurado que Alemania, el país que además de ser el de mayor peso demográfico y económico de la UE ha sido también el principal defensor de la constitucionalización de los límites al déficit y la deuda estatales, iba a aprobar una reforma constitucional 'exprés' para eliminar las cláusulas relativas al déficit y la deuda que ella misma impuso hace década y media (2009), la sorpresa habría sido mayor aún. Mención especial merece la forma en que ha sido aprobada esta reforma constitucional, por un Bundestag que, aunque formalmente seguía en funciones hasta que los parlamentarios elegidos el 23 de febrero tomaron el martes posesión de sus escaños, realmente había agotado ya su mandato.
Llama la atención, ante todo, la magnitud de las cifras que se están manejando en relación con los gastos que comporta llevar a cabo el rearme en los términos en los que este está planteado. Por mencionar solo los casos que tienen relación directa con el objeto de estas líneas, en Alemania los gastos previstos ascienden a medio billón de euros (del total del billón anunciado, en el que entran también inversiones en infraestructuras). A añadir a los 800.000 millones que la UE ha previsto para el plan de rearme europeo. Se trata de cifras que nunca hasta ahora se habían manejado, menos aún para financiar la adquisición de material bélico, que parece ser el objetivo prioritario de la UE.
Pero si las cifras son llamativas por su magnitud, no menos notable resulta la vía escogida para financiar tan elevadas sumas, recurriendo a la supresión de los límites de déficit y deuda, erigidos hasta ahora en tabúes intocables objeto de constitucionalización expresa; en primer lugar, en la propia Constitución alemana (2009) y bajo su influjo en otros textos constitucionales europeos, entre ellos el nuestro (2011). No deja de sorprender este cambio radical en los mas acérrimos apóstoles de la austeridad y el rigor presupuestario en materia de déficit y deuda, que han descubierto ahora las bondades de la 'barra libre' para el gasto sin límites… siempre que este tenga por destino la adquisición de material bélico.
Este cambio, que tiene su plasmación más contundente en la reforma constitucional alemana, se presenta por sus artífices como una manifestación del 'cambio de época' ('zeitenwende', el término más profusamente utilizado en Alemania para justificar la modificación), que exige un cambio radical en las medidas a adoptar para hacer frente a la nueva situación. Y no cabe descartar repercusiones más allá de las fronteras alemanas, como ya las tuvo la anterior reforma constitucional (2009), aunque esta de signo opuesto.
Una cuestión por aclarar es el efecto que la financiación de las astronómicas sumas dedicadas al rearme va a tener en otras políticas públicas, que también necesitan recursos. Resulta difícilmente creíble sostener, como se viene haciendo, que este acelerado aumento de los gastos militares, que además se anuncia que va a prolongarse durante los próximos años, no va a repercutir en la atención a las políticas sociales y que estas no van a ver mermados sus fondos. Conviene recordar que el milagro de los panes y los peces existe en el relato bíblico pero la contabilidad financiera de los Estados se rige por otras normas y los gastos, los militares también, no dejan de existir porque no se contabilicen en el cómputo del déficit y la deuda.
Ha sido muy comentada estos días la icónica frase -«whatever it takes»- del expresidente del BCE Mario Draghi, cuando se comprometió a 'hacer lo que haga falta' para salvar al euro en la crisis de la pasada década, aplicándola ahora al gasto militar. Habría que preguntarse si lo que realmente le hace falta a Europa para dotarse de un sistema integrado de seguridad y defensa, que sí es un objetivo a conseguir, es un rearme como el que se anuncia, cuya financiación exige dedicar al gasto militar unas cantidades sin precedentes. Aunque ahora no computen para el cálculo del déficit y la deuda, lo que, lejos de justificar la necesidad de los gastos, no es sino una muestra de las anomalías presupuestarias de la UE en este asunto.
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