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Descongestionar las ciudades de coches
Debemos colectivizar nuestra forma de desplazarnos. La solución está en compartir los medios de transporte por el bien del planeta
Alberto Bajjali
CEO de Amovens
Miércoles, 24 de mayo 2023, 00:03
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Alberto Bajjali
CEO de Amovens
Miércoles, 24 de mayo 2023, 00:03
Casi a diario escuchamos en los medios cómo los dirigentes políticos ponen, cada vez más, el foco en la sostenibilidad, en hacer las ciudades más ... verdes y habitables, garantizar la calidad de vida y detener su masificación. Para ello, oímos propuestas como las 'supermanzanas' de Barcelona, que buscan generar más espacios verdes y peatonales en las calles, o la Ley de Movilidad Sostenible, que incluye una medida para restringir la circulación: cobrar una tasa para acceder al núcleo urbano de las ciudades.
Todas estas medidas se centran en limitar y promover el desuso de los coches que ya se encuentran en circulación. Hay 32 millones de automóviles en España que pasan el 95% del tiempo aparcados. La solución pasa por comprender esta realidad y tratar de dar un uso sostenible y eficiente a tantos millones de 'estatuas de metal': hay que descongestionar las ciudades de coches aparcados.
Un vehículo de primera mano para satisfacer las necesidades personales de movilidad es la opción menos lógica. El comprador se lleva la depreciación de casi el 20% en el primer año de uso, el coste del seguro más alto que nunca por la subida del IPC y la contribución a que haya todavía más coches estacionados saturando las vías. Por estos motivos, debemos aprovechar los recursos que ya existen en su vida útil. En España contamos con más de 500 coches por cada 1.000 habitantes, una cifra que deja ver que la solución no pasa ni por hacer que cada persona tenga un vehículo propio ni por ignorar la existencia de los que ya copan las calles.
Para contribuir a la movilidad sostenible, resulta fundamental no prolongar innecesariamente la vida de los automóviles. Debemos hacer accesible el uso del vehículo compartido y dejar de centrar nuestras energías en adquirir nuevos coches en propiedad o en alargar la vida útil de los obsoletos, dado que España cuenta con una de las edades medias de vehículos más envejecidas de Europa: 13,5 años.
El 29,70% de los coches no pueden moverse por las zonas de bajas emisiones y ello no ha solucionado el problema. Los turismos más contaminantes siguen impactando en el entorno pero en el extrarradio de los núcleos urbanos. Si queremos solucionar este problema de un modo efectivo, no debemos imponer, se trata de facilitar y acercar la movilidad sostenible para estimular su impacto positivo.
Estas facilidades pasan por tratar de explotar las virtudes de los recursos que ya hemos generado. No se trata de limitarnos a los coches eléctricos, sino de aprovechar los que ya tenemos y distribuir su vida útil del modo más eficiente posible. Podemos sacar más partido a nuestro coche y a nuestra ciudad.
El hecho de que las grandes capitales europeas estén apostando por el transporte público refleja la importancia de colectivizar nuestra forma de desplazarnos. Ya sea en autobús municipal o en el coche de un vecino, debemos tener claro que la solución está en compartir nuestros medios, movernos juntos y en la misma dirección, por el bien del planeta.
Si las mayores virtudes del transporte privado son la independencia y la autonomía, debemos trabajar para trasladar esas ventajas a la movilidad sostenible. Nuestro entorno no mejorará por las facilidades que puedan poner los bancos para la compra masiva de nuevos turismos, lo hará si nos alineamos para hacer que 'sencillo' y 'sostenible' sean sinónimos. La sostenibilidad del mañana dependerá de lo accesible que la hagamos hoy.
Un ejemplo práctico: en torno al 64% de los españoles se desplazan diariamente con su vehículo privado al trabajo. Seguramente buena parte de ellos no lleva a nadie más en el coche y, a través de plataformas de movilidad sostenible podrían compartir sus viajes y así ayudar a cuidar el planeta. Con esta sencilla decisión, la mayoría de la población reduciría su huella ecológica, ahorraría sus propios recursos y disfrutaría de una conversación agradable con un nuevo copiloto.
Las posibilidades y los caminos son muchos, pero el objetivo es claro y factible: una movilidad sostenible, que respete a las personas y al entorno. El ser humano ha producido por encima de sus posibilidades y debemos centrar nuestros esfuerzos en dar salida a todo el excedente aparcado en las vías en lugar de seguir fomentando la compra descontrolada de vehículos.
Invito a hacer este ejercicio: bajar a la calle y mirar los coches aparcados. Bajar al día siguiente y comprobar cómo al menos la mitad son los mismos coches que siguen aparcados en el mismo lugar. Nadie los ha movido y la conclusión es clara: sobran automóviles.
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