Con frecuencia nos encontramos con un debate en el que la tesis dominante es que el único modo de garantizar el acceso a algunos derechos básicos (educación, salud…) es a través de la empresa pública. Esta posición plantea que no se deben mercantilizar esos derechos ... y que la búsqueda de beneficio por las empresas privadas las invalidaría como opción. Me permito añadir algunos otros aspectos que pueden ser de interés para ese debate.

Publicidad

Cabe distinguir diferentes aspectos en los derechos básicos, por ejemplo:

-Cuáles son los derechos básicos a los que nos referimos, su naturaleza y alcance, y a partir de qué punto una actividad deja de servir al derecho básico. El derecho a la salud es un derecho básico, pero la limpieza de los hospitales o los comedores hospitalarios ¿son parte del derecho básico de salud? ¿El transporte escolar es parte del derecho a la educación?

-Cuál es el papel de lo público en relación con cada uno de ellos. Si su papel es el de garantizar el acceso a toda la población, de modo solidario o también debe prestar el servicio con sus propios medios para garantizar ese acceso.

En este debate, la elección más extensiva o más restrictiva en estos conceptos no es inocua. Merece la pena profundizar en cuáles son los requisitos para que la empresa pública sea la mejor opción social como prestador del servicio básico. Debemos ser conscientes de que hay servicios esenciales para cuya prestación no pensamos en la participación o intervención pública, al menos como monopolista. Hay diversos ejemplos ilustrativos:

Publicidad

-Durante la pandemia, el acceso a la alimentación (pocas cosas son más básicas) estuvo garantizado en su totalidad por una cadena de decenas de miles de empresas, desde la producción hasta la venta. Hay un consenso general sobre el buen desempeño del sistema, una gestión pública de esta situación no lo habría mejorado.

-En cuanto al derecho de acceso a la vivienda, la intervención pública como promotor, arrendador… es escasa y prácticamente se limita a la intervención reguladora en la que las 'segundas consecuencias de las decisiones', lamentablemente, no se suelen considerar.

Publicidad

-La educación en euskera, durante largo tiempo, se garantizó gracias a la iniciativa privada organizada en cooperativas, que hoy siguen siendo un soporte esencial de buena gestión.

-Incluso en la sanidad el éxito descansa en gran parte en la iniciativa privada, que, entre otras cosas, aporta las medicinas y las vacunas.

-En muchos países las cooperativas o empresas de la economía social son una solución para mejorar el acceso a la salud y los cuidados, a la vivienda o para la transición energética.

Del funcionamiento de las empresas que prestan servicios sabemos que la herramienta que más mejora la calidad del servicio para el cliente y, al mismo tiempo, consigue el mejor uso de los recursos es la competencia. El beneficio contribuye como incentivo para la mejora. Es la ausencia de competencia la que augura el deterioro en ambos factores. Sin mencionar el bien social que aporta la diversidad de opciones para la mejora de la capacidad de adaptación a cualquier circunstancia.

Publicidad

Cuál es el papel insustituible de lo público:

-Determinar las metas del servicio público.

-Asegurar que se mantienen las condiciones de competencia entre empresas en términos de calidad, coste.

-De cara al ciudadano, asegurar el acceso libre al servicio de esas empresas (privadas y/ o públicas)

-Asegurar que el servicio público esté prestado de forma universal.

Como la existencia de las empresas públicas es un hecho, es necesario que en su gestión se incorporen variables de buena gobernanza como las propugnadas para las sociedades privadas y que incluyan la competitividad de su servicio entre las variables de gestión. Y para las privadas que prestan servicios públicos, no estaría de más que tuviesen algunas obligaciones, fundamentalmente de transparencia, ante la sociedad (índices públicos y comparables de calidad, satisfacción y de eficiencia del gasto) que enfatizan las que ya tienen.

Publicidad

Es natural que haya un impulso desde los trabajadores para convertirse en empleados del patrón público, que puede asociarse con un patrón generoso, menos exigente y más sensible a la presión. Pero la sociedad debe ser capaz de utilizar con habilidad las herramientas económicas que tienen el potencial de dedicar los recursos allá donde son más útiles y eficientes socialmente, alineando el interés público y el privado. Incluso los regímenes políticos más colectivistas saben emplear este modelo. Nunca hay recursos para todo, pero con lo mismo se puede llegar más lejos si se administra del mejor modo.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad