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La mayoría parlamentaria vasca ha llegado a un acuerdo sobre la futura Ley de Educación que ha sumado a PNV, EH-Bildu, PSE y Unidas Podemos. No era tan difícil. El Parlamento vasco está constituido por grupos políticos intervencionistas que, como refleja este acuerdo, pretenden, ... a cada paso, intervenir en el espacio público tanto como sea posible, llegando a ocupar todos los huecos de libertad que hubieran quedado libres en anteriores ocasiones.
El acuerdo sobre la educación vasca va en la línea de hacer más intensa la influencia de lo público y restar oportunidades a la libertad de los padres en la educación de los hijos. Como ocurre en casi todo. No merece la pena que se celebre mucho, pasa a cada acuerdo parlamentario.
En esta ocasión se ha hecho para mermar la enseñanza concertada, que queda a lo que disponga la Consejería de Educación. Así, la matriculación de alumnos, el proyecto pedagógico, lingüístico y formativo se tienen que adecuar a los rigores de la Administración pública. Todo ello con el fin de alcanzar un sistema público que asegure la igualdad de oportunidades de todos los estudiantes. Para lograrlo, lógicamente, hay que minar el modelo educativo de éxito, el de la concertada, ya que de otro modo es imposible igualar las oportunidades.
El objetivo, como siempre que procede de la izquierda, es la igualación y, para ello, hay que igualar por lo bajo, ya que a lo alto no es posible. La solución, sustituir lo que funciona bien por lo que funciona mal, así no hay nadie que saque ventaja.
La educación vasca va mal, muy mal. Así lo revelan los informes PISA y los propios estudios del Gobierno vasco, que indican que el nivel formativo de los alumnos es peor ahora que hace diez años. Nada de lo que se ha acordado va en favor de los espacios de éxito del sistema educativo. Por el contrario, se apuesta todo a lo público y al control político, que es lo que, a pesar de disponer de los mayores recursos económicos de toda la educación española, reflejan datos que nos dejan de la mitad para la cola.
Desde 1993 se ha ido ofreciendo a los alumnos un sistema educativo en euskera que ha limitado las capacidades de aprendizaje de los alumnos, que tenían que estudiar, mayoritariamente, en una lengua que no era su lengua materna. El resultado ha sido que no se ofrecen resultados positivos en materias como matemáticas o comprensión lectora, pero tampoco en el dominio del euskera.
La ilusión y el esfuerzo social por la extensión del euskera a todo el alumnado no se ha correspondido con un éxito académico ni en esa faceta ni en otras. No se ha conseguido el propósito especial que pretendió la sociedad vasca y que los sucesivos dirigentes políticos han gestionado.
Ahora, un tercio de los alumnos vascos son hijos de inmigrantes extranjeros. Es muy injusto que niños venidos de África sin conocimiento del español sean matriculados en el modelo D, únicamente en euskera, cuando ni es su lengua familiar ni va a ser su lengua de socialización. Sin duda, sus posibilidades de aprendizaje se van a ver resentidas, como ya están reflejando los informes que el propio Gobierno vasco está ofreciendo.
El objetivo ideológico de la euskaldunización ha chocado con la realidad, pero la izquierda persiste en su empeño, ya que supedita las oportunidades de los alumnos al propósito social que anhela. Se priva a los alumnos de estudiar en su lengua materna o, al menos, en la lengua en la que van a comunicarse en el patio y en su desarrollo profesional. El resultado viene siendo que no se logra ni lo uno ni lo otro en los niveles a los que se aspira y que quedamos por debajo de otros modelos educativos.
Es, por tanto, un acuerdo para el consenso ideológico, ninguno de los objetivos que se pretenden en este nuevo marco educativo se corresponde con los problemas reales de la educación vasca, sino al contrario. El problema no es el sistema de concertación, escogido en Euskadi por encima del público más que en ningún otro lugar de España, ni tampoco la laicidad que se pretende forzar con este acuerdo. El problema son los conocimientos reflejados en las pruebas de aptitud, que quedan por detrás de las que se obtienen en otros lugares de España y Europa, aspecto que no se ha abordado porque colisionaría con el objetivo ideológico y político, que pasa por la igualación del alumnado al modelo menos exitoso y la persistencia de un modelo lingüístico que no se corresponde con la realidad social.
Como ha dicho el lehendakari, no es un acuerdo de legislatura, sino un acuerdo para una generación. Ya vemos los resultados del acuerdo de 1993 y lo poco que han importado para establecer un nuevo modelo que abunda en los mismos errores que tuvo aquel.
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