Tres montañas

Ayer al ministro de Justicia se le escapó un «Se han pasado tres montañas» con el micro abierto, después de que un vocal del Consejo General del Poder Judicial diese un viva al Rey para cerrar la entrega de despachos a los nuevos jueces. El ministro tenía razón. Lo institucional también tiene que ver con no arrancarse. Y el presidente del CGPJ ya había mostrado en su discurso, leyéndolo tranquilamente, el malestar de los jueces por la ausencia del Rey. Lo peor es que el desliz del ministro fue borrado por un escándalo mayor. El Jefe del Estado hizo notar su malestar de un modo inaudito. Y el ministro Garzón acusó a la monarquía de maniobrar contra el Gobierno y saltarse la Constitución.

¿Lo notan? Es como estar en Argentina, pero sin el dulce de leche y el talento verbal. Cierto que, liderando la debacle sanitaria y económica en Europa, convendría dejar de jugar a las conspiraciones y concentrarse en contener el desastre.

Lástima que el 'procesismo' fuese una escuela de verano y los alumnos aventajados sepan ya lo que hace falta para sobrevivir a cualquier cosa: todo el cinismo y un solo argumento falaz que funcione como un frontón. Pues parece que nuestro «votar no es delito» tendrá que ver con la legitimidad suprema del «Gobierno elegido por el pueblo». En cambio, ¿quién ha elegido a los jueces? ¿Y al Rey? ¿Y a los periodistas? Eso sí, cuando las elecciones las ganaba Rajoy, la legitimidad popular era del mismo modo inapelable, pero se encarnaba en las manifestaciones contra el Gobierno. El espectáculo es a su modo pasmoso: en medio del naufragio, una reñida partida de tahúres. Aún recuerdo lo que dijo la señora a la que insultó Gordon Brown al enterarse de lo que había sucedido: «Me sonreía mientras me hablaba, pero estaba pensando eso de mí. ¿Qué más estará pensando mientras sonríe?».

Los propósitos de coordinación, lealtad y trabajo conjunto que Pedro Sánchez e Isabel Díaz Ayuso exhibieron en la histórica Cumbre Bilateral de las Banderas han durado cuatro días. Cuatro. Ayer Madrid anunció confinamientos en ocho nuevas zonas de la Comunidad y el ministro de Sanidad salió al mismo tiempo para dejar claro que el Gobierno recomienda el confinamiento de toda la capital y de los municipios con más de 500 casos por cada 100.000 habitantes. «Es lo que hay que hacer», dijo Salvador Illa. La presidenta de Madrid dijo por su parte que ellos no están para confinar sino para «ayudar a las personas». La perífrasis de Illa y la majadería de Ayuso tranquilizarían mucho a los madrileños, que son cobayas en medio de una guerra política escandalosa organizada por una gente que parece seguir creyendo que todo esto es una crisis de imagen y comunicación. Mientras los hospitales se saturan.

¿Dónde está el escándalo? El concejal de Compromís Sergi Campillo debía presentar la candidatura de Valencia a la capitalidad europea de la innovación. E innovó. ¿Acaso se le había ocurrido a alguien antes utilizar la mascarilla para hablar idiomas que desconoce? Pues eso hizo Campillo. Videoconferenciar con Europa enmascarado y gesticulando mientras fuera de cámara alguien hablaba por él en muy buen inglés. Lo de la innovación se lo llevó Lovaina. Venga ya. Si esa gente está anticuadísima. Al nivel de hablar inglés todavía por sí mismos.