Dos nombres destacan en el Parlamento vasco resultante de las elecciones del domingo:Joseba Egibar y Carmelo Barrio. Los dos afrontan su novena legislatura consecutiva. Entraron en el Parlamento en 1990, con Ardanza de lehendakari, Garaikoetxea en EuskoAlkartasunay Mayor Oreja liderando un PP vascorecién fundado. ... Fue hace treinta años. Ambos tenían treinta años. Me gustaría poder evocar aquí una imagen suya llegando al Parlamento con aire noventero:camisa de leñador, tupé Luke Perry, desgana existencial importada de Seattle. Lástima que la hemeroteca confirme que Egibar y Barrio ya eran en 1990 dos señores serios y encorbatados.
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Aguantar treinta años en un parlamento es asombroso. Por los turres que tienes que soportar y por la gente de tu partido que aspira a tu sillón. Antes de que se nos olvide por completo, señalemos que a Carmelo Barrio hubo durante décadas gente muy interesada en volarle la cabeza. A Joseba Egibar en cambio casi lo apalean un poco en Lizartza, cuando la alcaldía aquella vicaria, con Joseba Permach mirando. Lo recordarán los lectores veteranos. A los jóvenes votantes de Bildu les aclaro que Lizartza es un pueblo de Gipuzkoa en el que la izquierda abertzale siempre defendió su ideario irrenunciable defeminismo, derechos de los animales y libre expresión de género. En los noventa, en Lizartza se le tenía veneración al transfeminismo. No te dejaban ni pisar el pueblo si le ponías un pero a la teoría 'queer'.
Lo bueno de contar con parlamentarios veteranos es que al menos ellos pueden intervenir sin papeles. Yque no suelen ser ya muy impresionables. Creo que mi parlamentario favorito es Henry Ashurst, a quien se recuerda en Estados Unidos por votar siempre del modo más contradictorio posible y por ser un gran orador que utilizaba palabras rebuscadísimas. Le apodaban 'El decano de la inconsistencia' y 'Cinco-sílabas Henry'. Ya anciano, hizo una aparición en 'Tormenta sobre Washington', la película de Preminger. Interpretaba al senador McCafferty, un ejemplo del mejor parlamentarismo, del que nunca envejece y sí me representa. Se quedaba dormido McCafferty como una marmota en su escaño, pero bastaba con que le chistasen para que resucitase y comenzase a gritar lleno de dignidad: «¡Me opongo, señoría! ¡Me opongo!».
Mascarillas
Diez de diecisiete. No es una estadística de baloncesto, sino el número de comunidades autónomas en las que el uso de mascarilla es ya obligatorio o va a serlo en cuanto se ajuste la normativa. Entre ellas, Cantabria, La Rioja y Navarra. Eso es:nos están rodeando. Falta Castilla y León, pero descuiden, queestán en ello. Hay dos nuevos brotes en Valladolid y el vicepresidente Igea advirtió de que la medida está «sobre la mesa». Por otra parte, ayer se supo que un estudio del CISsobre 'Bienestar emocional' (ya te digo yo que no estamos bien, Tezanos) revela que el 73%de la población ve correcto sancionar a quien no lleve mascarilla en público. Hay gente, en fin, que no la lleva porque le molesta. Será que al resto la mascarilla no solo no le molesta, sino que le viene bien para ir por la calle sacando la lengua como Gurruchaga sin que los detengan por escándalo público. El caso es que el uso obligatorio de mascarilla parece venir hacia aquí. Nuestros vecinos lo imponen. Las encuestas lo respaldan. Y, albricias, ya hemos votado.
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Podemos
Los partidos son ecosistemas salvajes. La lucha por la vida adquiere en ellos dimensiones crudelísimas. Para rodar documentales espectaculares en términos de fauna, supervivencia y depredación, no hace falta ir a África pudiendo ir a la sede local de cualquier partido. De todosellos. En Podemos salpica más la sangre por la inexperiencia. También porque a veces parecen creer que de verdad es pureza lo que apenas es cinismo. También asombra la velocidad. Las venganzas en el entorno de Podemos son automáticas. El domingo, con los datos electorales aún humeantes, Iñigo Errejón y Ramón Espinar, dos ursulinas, ajustaron cuentas con Pablo Iglesias. Hizo más daño Errejón. Tuiteó que Podemos ya es Izquierda Unida. No hay, sin embargo, nada nuevo bajo el sol. En las autonómicas de 2016 el Podemos errejonista de Nagua Alba entró en el Parlamento vasco con 11 escaños y el pablista Roberto Uriarte tardó horas en publicar un artículo acusando a la dirección en Euskadi de «estrellarse», buscar chivos expiatorios, vender humo y carecer de proyecto propio. El título, eso sí, era inmejorable, como de canción de Pete Doherty:«No es culpa de Pili».
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