El Euromillones del viernes: comprobar resultados del 31 de enero

No deja de ser curioso que algunas grandes estrellas del deporte se presten a participar en documentales sobre su persona en los que, realmente, no salen muy bien parados. Esto es algo nuevo, un producto de los tiempos, que ahora exigen un realismo descarnado y ... una pulsión narrativa desbocada. De manera que los viejos documentales tirando a hagiográficos que se hacían antes a las leyendas deportivas son ahora puro 'bullshit', como dicen los anglosajones. Ahora la prioridad no es tanto el retrato del personaje como que el termómetro de la emoción no baje de una semana para otra.

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Pienso en 'The last dance', el biopic de Netflix sobre Michael Jordan. Cada capítulo está sirviendo para reavivar polémicas olvidadas con algún viejo rival, incluso con algún excompañero y presunto amigo. O para descubrir aspectos poco edificantes de la gran leyenda de los Bulls, que parecía una figura intocable hasta que él mismo ha dejado que la manoseen. Es evidente que este goteo de rencillas rescatadas de debajo de las alfombras es una operación bien orquestada por Netflix. A los miembros de su departamento de marketing los imagino contratando detectives para buscar a ese niño de Wilmington (Carolina del Norte) al que Jordan le puso un día la zancadilla en las escaleras del colegio, o a esa niña gafosa de su clase a la que llamó cuatro ojos y ya no levantó cabeza.

Al mejor jugador de baloncesto de la historia, sin embargo, no le está beneficiado en nada tanta desnudez descarnada, tanto trapo sucio al descubierto al cabo de los años. Más bien lo contrario. «El mayor reto es humanizar a un dios», ha declarado Jason Hehir, el director de la serie. Aquí está la clave. Debe ser que soy un clásico y que no me gusta que me toquen a mis ídolos. ¡Y menos que se caiga en la vulgaridad de humanizarlos! Entiendo, por ejemplo, que la ESPN haya rodado un documental con Lance Armstrong que promete ser muy crudo. De hecho, ya empieza a publicitarse con el tejano llamando «pedazo de mierda» a Floyd Landis. Pero a Michael Jordan tenían que haberle dejado en paz. Aunque no quisiera.

Fútbol vintage

Apariencias

Dentro de una sección titulada 'Fútbol Vintage', el diario 'Marca' ha ofrecido un catálogo de fotografías de futbolistas de otra época. A los jugadores escogidos les unía su apariencia, aunque esto no es exacto ya que muchos no se parecían en nada. En realidad, lo que les unía era lo que podríamos llamar un tipo de masculinidad antigua y racial, fundada en severas calvicies prematuras, barbas luengas, bigotones, largas melenas, piernas velludas... Allí estaban el 'Tato' Abadía, Mesa, Spasic, 'Sandokán' San José, nuestro Meléndez del Athletic... Todos buena gente, me atrevería a decir. Como documento no se llevará el Pulitzer, pero tenía su gracia comparar a esos jugadores con los actuales, tan bien depilados y tatuados. La comparativa podría hacerse en cualquier deporte. Todavía recuerdo con simpatía a un nadador turco de pelo rizado, mostacho de artillero y pelo en pecho que participó en los Juegos de Los Ángeles. Quedó el último, sí, pero sin chorradas.

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FC Barcelona

Antípodas

Que a un circo empiecen a crecerle los enanos es visto como la última frontera de la desgracia o de la acumulación catastrófica de chapuzas. Tal vez sea exagerado utilizar esta expresión para referirnos a la última crisis que ha surgido en el Barça, pero reconozco que es en lo primero que he pensado al enterarme de que las dos academias que el club blaugrana tiene en Australia, una en Sidney y otra en Brisbane, han cerrado. Y algo todavía peor. Lo han hecho dejando colgadas a setenta familias que ahora reclaman los 350.000 dólares que pagaron en conceptos de cuotas. La excusa ha sido la crisis del coronavirus, pero los padres aseguran que eso es una mentira descarada. No sabemos en qué quedará esta historia. Al parecer, es probable que las familias recuperen buena parte del dinero, ya que el Brisbane Roar se ha ofrecido a pagarles 250.000 dólares a cambio de fichar a los chavales. En cualquier caso, la imagen del Barcelona vuelve a quedar dañada. Y las noticias de su deterioro institucional no es que lleguen hasta las antípodas. Es que también se producen allí.

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