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Si les pregunto qué fiesta se celebra en Francia el 14 de julio, muchos me dirán que la Toma de la Bastilla, lo mismo que hubiera respondido yo hasta hace poco. Pues no, estaríamos equivocados. Así que voy a compartir con ustedes lo que he ... aprendido. El 5 mayo de 1789 fue la fecha de apertura de los Estados Generales, que había convocado el rey el 8 de agosto del año anterior aconsejado por Jacques Necker, ministro de finanzas, y que no se habían reunido desde 1614. El objetivo de la convocatoria era subir los impuestos, dada la situación de precariedad en que se encontraba el reino, entre otras cosas, por el apoyo de Francia a la Guerra de Independencia de Estado Unidos. Como saben, los Estados Generales los constituían tres estamentos: el clero, la nobleza y, el tercer estado, la burguesía, que no el pueblo llano.
La 'democracia' de esos Estados Generales era una 'democracia trampa', porque se votaba por estamentos, es decir, la suma de la nobleza y el clero siempre ganaba. Sin embargo, esta vez, el tercer estado exigió que el voto fuera por individuos, pidiendo, además, una constitución que instaurase la soberanía nacional y garantizase la libertad individual, así como la igualdad de derechos y deberes de todos los ciudadanos. Proposición que, como se imaginarán, fue rechazada. Pero entonces, el tercer estado, junto a los miembros más desfavorecidos del clero y de la nobleza, se reunió el 17 de junio en un frontón de Versalles (el Juramento del Juego de pelota), proclamándose en Asamblea Nacional. Luego, el 9 de julio se declararon Asamblea Nacional constituyente, es decir, querían instaurar una constitución que fuera acatada por el rey.
Era el fin de la monarquía absoluta. Poco después, tras el cese de Necker por ser condescendiente con la nueva situación, según el rey, comenzaron los levantamientos populares. El 12 de julio los dragones del príncipe de Lambesc cargaron contra los manifestantes en las Tullerías y la Bolsa cerró. El 13, las revueltas se extendieron a todo París. Ante esta situación, se creó una milicia burguesa para mantener el orden que, el 14 por la mañana, se dirigió al hospital de los Inválidos a proveerse de armas y de allí fue a la Bastilla para conseguir munición.
Siempre había creído que, cuando se abrieron las puertas de la Bastilla, salió a la calle lo peor de cada casa, asesinos, ladrones empedernidos, sádicos, yo que sé, y que las condiciones de esa prisión eran atroces, pues nada de eso es verdad. Aquel día en la Bastilla solo había siete detenidos: cuatro falsificadores -Jean Antoine Pujade, Bernard Laroche, Jean Béchale y Jean La Corrège-; un cómplice de la tentativa de asesinato de Luis XV, llamado August Tavernier; y dos aristócratas, el conde Hubert de Solages, encerrado por su padre debido a supuestos delitos de incesto con su hermana, y el conde Whyte de Malleville, un pobre demente.
El régimen de internamiento de la Bastilla era muy laxo, los presos comían con el gobernador de la fortaleza, el marqués Bernard-René Jourdan de Launay, tenían libertad de movimientos dentro del recinto y salían a la calle acompañados de un guardia siempre que querían. También pensaba que el marqués de Sade estaba allí cuando sucedió todo y no fue así. Había sido trasladado al sanatorio para enfermos mentales de Charenton pocos días antes y ahí también acabaron los demás. Bien, aunque la intención de la milicia burguesa era solo obtener munición en la Bastilla, la cosa se complicó por la indecisión del gobernador de la plaza y por la llegada de Pierre-Agustin Hulin, miembro de la guardia suiza, a la cabeza de gente armada, que colocó sus cañones frente a la fortaleza.
El asalto terminó a las cinco de la tarde y Launay, el gobernador, fue limpiamente decapitado por el carnicero Desnot y después pasearon su cabeza sobre una pica. El 16 de julio Necker volvió a su puesto y el 17 Louis XVI salió al balcón del Ayuntamiento de París con la cocarde, la insignia tricolor revolucionaria, en el sombrero. Unos meses más tarde, un empresario, Palloy, derribó la fortaleza que desde hacía tiempo el rey y Necker estaban pensando en demoler por su falta de utilidad. Palloy ganó sus buenos dinerillos vendiendo las piedras como souvenirs del evento y el resto se utilizó en diferentes construcciones públicas, entre otras, el Pont de la Concorde.
Al año siguiente de estos sucesos, Lafayette pensó que, ante la inquina de las naciones extranjeras, sería bueno celebrar una fiesta de la unidad de la nación que se llamó la Fiesta de la Federación, la fiesta de la unión de todos los departamentos franceses, y eligió el 14 de julio como fecha de celebración. Y desde 1880 eso precisamente es lo que se celebra el 14 de julio en Francia, la Fiesta Nacional y no el asalto a la Bastilla, que en su día, aun siendo importante, no tuvo tanta relevancia como hoy se le suele dar. Eso es lo que he aprendido.
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