Tiro al plato

Hay sin embargo algo inequívocamente verdadero en la labor del chef. En medio del desastre, además de las calorías necesarias para sobrevivir, un plato caliente pero también sabroso, casero dentro de lo que cabe, ofrece el recordatorio de en qué consiste lo mejor de la vida y la promesa de que antes o después todo eso, que es justo y sencillo, regresará. Tiene algo de atentado contra la esperanza que el sábado en Járkov un misil ruso destrozase la cocina en la que trabajaba jugándose el tipo la gente de la ONG de José Andrés. Por desgracia, la esperanza lleva demasiado tiempo en Ucrania bajo los cascotes o en los sótanos. Ahora el asedio a Mariúpol parece precipitarse hacia un final salvaje y sabemos que el 9 de mayo Putin tiene desfile en Moscú y necesita victorias que vender. Ayer el papa Francisco llamó a que el mundo no se acostumbre a la guerra. Por lo que nos toca, no parece sencillo que lo hagamos. En parte porque Rusia incluso nos bombardea chefs y en parte porque cuando somos nosotros los que tenemos que hacer la comida a 2.500 kilómetros de Kiev notamos cómo el precio de todo se dispara de un modo alarmante. Puede que el papa fuese discreto y quisiese advertir en realidad de un riesgo mayor y más probable: que la guerra nos termine pareciendo una molestia que debe terminar cuanto antes, pero no porque lo inaceptable sea la agresión rusa sino el precio de las galletas en nuestro supermercado.

Imagínense que hace diez o quince años alguien les dice que el PNV celebraría el Aberri Eguna sin embajadores, no ya de Convergència, sino del nacionalismo catalán, y con el presidente del partido recordándole a la militancia que ellos son antifascistas y antiimperialistas. «¡Y marxista-leninistas!», podría haber añadido ayer algún simpatizante que hubiese apostado fuerte por el vermú. Vivimos tiempos extraños. Andoni Ortuzar acusa a Bildu de insultar al lehendakari por sus decisiones democráticas y de matizarle después a Vladimir Putin las invasiones. Imagínense que hace diez años les dicen que va a hablarse de Putin un Domingo de Resurrección en la Plaza Nueva de Bilbao. Siguiendo con la analogía, existen los aberriegunólogos como existen los kremlinólogos. Y a mí que me parece que la noticia política de ayer fue ver a los líderes del PNV sin mascarilla. Ahora sí que la nueva normalidad ha terminado.

En cinco años a Osakidetza se le jubila un tercio de los médicos de familia. Es algo que no puede pillarte desprevenido a menos de que los doctores estén todos fantásticos y oculten su edad hasta el día del retiro, para sorpresa de la Administración. «¡Pero si aparentáis cincuenta!» Que a los estudiantes de Medicina no les atrae la Atención Primaria también es conocido. Como lo es que la población vasca envejece de un modo imparable y problemático. Por ejemplo: no hay médicos de familia para atender a los médicos de familia que se jubilan.