Otros tiempos

Había, además, otros componentes añadidos que hicieron aumentar nuestra satisfacción ante un éxito ajeno. La presencia de Javier Irureta en el banquillo blanquiazul; la figura extraordinaria de Arsenio Iglesias; la propia calidad de un equipo magnífico con futbolistas como Mauro Silva, Donato, Fran, Makaay, Manuel Pablo, Djalminha... Recordemos que les faltó poco para jugar la final de la Champions contra el Mónaco. Se lo impidió el Oporto de Mourinho, un equipo con los colmillos de un tigre dientes de sable. Y también Marcus Merk, aquel famoso árbitro alemán, dentista de profesión, cuya fama y distinciones algunos nunca acabamos de entender. La manera en que permitió a los portugueses coser a patadas en O Dragao a Valerón y Luque, que tuvo que salir en camilla, fue indignante.

Este vigésimo aniversario, en fin, nos ha devuelto el recuerdo del famoso Superdepor, un gran equipo que no sólo tuvo éxitos sobre el césped como esa Liga del 2000 o la Copa del 2002, el famoso 'Centenariazo' en el Bernabéu, sino que logró algo mucho más importante: creó una gran afición donde antes sólo había una hinchada de segunda. Somos muchos los que le deseamos lo mejor, algo que, a mi juicio, no pasa porque vuelva a ser Super. Este prefijo siempre me pareció propio de algo efímero, de un éxito mayúsculo pero puntual, como lo fue la gestión de Lendoiro. Ser un buen equipo de Primera se antoja algo más razonable y perdurable.

A juicio de Jenson Button, Ferrari se ha equivocado con el fichaje de Carlos Sainz. El excampeón del mundo inglés no quiere decir con esto que el madrileño no tenga calidad y carácter suficientes como para estar en la famosa escudería italiana. Al contrario. El problema de Sainz, en opinión de Button, es que es muy bueno y que sueña con ser campeón mundial. Lo cual, dice, va a provocar inevitablemente un mal ambiente en Ferrari, que será un corral con dos gallos: el español y Leclerc. A riesgo de confundirme por hacer lo que no debo -especular con el futuro-, yo creo que Button tiene razón. No recuerdo un caso en que dos compañeros de escudería, siendo ambos fieros competidores, se hayan llevado muy bien y hayan creado un buen ambiente a su alrededor. Recuerdo, en cambio, unos cuantos casos en los que la lucha ha sido a muerte, hasta el punto de pegarse piños en las carreras y perjudicar a la escudería.

No es por hacer corporativismo, pero creo que el comité organizador de los Juegos de Tokio 2020 ha sido demasiado crítico con los colegas de 'Number 1 Shimbun', la revista que edita la asociación de corresponsales extranjeros en Japón. No digo yo que la idea de fusionar el logo de los Juegos Olímpicos con la esfera que representa el virus de la COVID-19 no haya sido un poco provocadora, pero tampoco tengo dudas de que ha sido inteligente. En términos gráficos, un absoluto acierto. Y los miembros del comité organizador deberían reconocerlo con deportividad, aunque les duela, que seguro que les duele porque el aplazamiento de Tokio 2020 les ha dejado la piel muy sensible. Por otro lado, sospecho que 'Number 1 Shimbun' no es precisamente una publicación a la que los dirigentes de Japón le tengan miedo y la consideren un sapo que deban tragarse en el desayuno. ¡Pero si ayer abrían con una bonita postal del 'Diamante de Fuji', ese fenómeno visual que se produce dos veces al año cuando el sol se posa en la cima del volcán sagrado de los nipones como una guinda en lo alto de un pastel!