Tiempo de tahúres

Alfonso Fernández Mañueco, en fin, tuiteó a primera hora que convocaba las elecciones para el 13 de febrero y que antes había cesado a los cuatro consejeros de Ciudadanos que formaban parte de su Gobierno. Entre ellos, Francisco Igea, el vicepresidente de la Junta. Sabemos que Igea ocupó el cargo hasta las nueve menos ocho minutos de la mañana porque a esa hora terminó de ser entrevistado en la radio por Carlos Alsina y aún era vicepresidente. Diecisiete minutos después, volvió a entrar con Alsina ya como exvicepresidente. Lo hizo enfadado y sin poder apoyar la espalda, por el puñal. Su intervención fue como el monólogo de Shylock pero en castellanoleonés: «¿Qué cojones piensas de tu población? ¿Qué categoría humana tienes?...».

Igea se refería a Mañueco, que entre otras cosas cesaba a su consejera de Sanidad en plena sexta ola, demostrando que la peor política es un juego especializado en manos de estrategas, aparateros y tiburones. El premio del juego es el poder. Los ciudadanos son simples amarracos. Y las reglas se inventan sobre la marcha. Por eso Fran Hervías, el Señor Lobo que pasó de la Secretaría de Organización de Ciudadanos a ser contratado por Génova para desguazar su antiguo partido, salió rápido a justificar el movimiento de Mañueco: Ciudadanos podía estar en el ajo de una moción de censura. O sea, lo de Madrid. Pues falta Andalucía. «Jajaja, lo que tiene que hacer uno para llevarse un percebe a la boca en Navidad», le respondió a Hervías un tuitero. Lo anoto porque, si el nivel baja hasta el punto de que los presidentes convocan elecciones por Twitter, puede que el tuit de un paisano tenga la relevancia de un artículo de Ortega contra Dámaso Berenguer.

La Generalitat destituye al mayor Trapero y uno piensa que el independentismo quema a sus héroes. Trapero, que simbolizó la eficiencia de la república naciente tras los atentados del 17 de agosto de 2017, tan miserablemente utilizados. Trapero, el de las camisetas, que compartía paellas con Puigdemont y Rahola. Y ahora los de Esquerra le dicen bueno, pues molt bé, pues adiós. Menos mal que el consejero de Interior catalán aclaró ayer las cosas. Y no hay que pensar mal. Es solo un relevo generacional. Entonces lo miras y resulta que Trapero tiene cincuenta y seis años y Josep Maria Estela, su sucesor, cincuenta y uno. La juventud, te dices a continuación, viene arrasando. Y lo que te preocupa es que Trapero y Estela no puedan hacer un traspaso de poderes mínimamente funcional. Al pertenecer a generaciones tan distintas, ni se entenderán los pobres al hablar. Cada uno ahí, con su jerga, sus referencias, su rollo y sus movidas.

Una huelga en las delegaciones de lotería el día del 'Gordo' es una de esas cosas que no pasa el corte en un equipo de guion. Bueno, pues aquí está. Mañana van a la huelga buena parte de los loteros del país. Protestan porque sus comisiones llevan diecisiete años congeladas. Y porque el propio Estado les hace la competencia 'online'. Pese a no trabajar, los loteros mantendrán la costumbre de festejar con los clientes allí donde caigan premios importantes. El equilibrismo entre el champán y la reivindicación laboral va a ser digno de verse.