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John Huston dejó en sus memorias un consejo matrimonial para los jóvenes: nunca te cases por séptima vez. T.H. White escribió que casarse es entregarle rehenes al destino. En una novela de Saul Bellow un personaje le dice a otro que no quiere inmiscuirse ... en su matrimonio, pero que ha notado que, desde que se casó, ha dejado de respirar. Byron anota en su diario que no conoce a nadie al que haya mejorado el matrimonio: todos los casados que tiene a su alrededor son «calvos e infelices». Luis Racionero asegura en sus memorias sentimentales que la pareja no tiene más salida que la neurosis o la separación.
Ayer Mario Iceta, obispo de Bilbao, definió el matrimonio como un «camino ilusionante y apasionante». Tampoco es una sorpresa. Los escritores tienden a trabajar la ironía; los obispos, en cambio, trabajan la doctrina. Unos y otros hablan para sus fieles, con lo que todo debería tomarse con tranquilidad. Lo que hizo ayer Mario Iceta fue presentar el «itinerario de formación» que va a añadirse a los cursillos prematrimoniales que siguen quienes se casan por la Iglesia. Atención, que el nuevo itinerario dura dos años. Muchos matrimonios duran menos. Es precisamente lo que quiere evitar la Conferencia Episcopal. Creen que la gente se divorcia porque anda floja de teoría. Es una idea asombrosa, pero a mí me parece bien que la gente que lo desee haga cursillos e itinerarios. Todo suma en el currículum. Y en los cursillos siempre se ha ligado mucho.
Por lo demás, causa cierta incomodidad el modo en que ver hoy a un obispo hablar es anticiparse al jardín en el que se va a meter. Como si la doctrina religiosa no fuese un asunto privado, algo que concierne a los fieles. Ahora el lío tiene que ver con una idea sobre sexualidad que al parecer se ha llegado a manejar en el itinerario que se presentó ayer. Algo así como que el marido se encargue un rato de los niños y deje a la esposa echar la siesta para que descanse antes de una sesión sexual que ya se intuye tremenda, olímpica, exigentísima. Pues yo esta vez voy con las autoridades eclesiásticas. Hay que echar la siesta siempre y por cualquier motivo. La siesta es el camino, la verdad y el paraíso en la Tierra. En torno a la siesta deberíamos alcanzar los grandes acuerdos de país. De cualquier cosa que incluya la palabra 'siesta', a favor. Siempre a favor. ¿La siesta? Sí se puede.
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