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Kutxabank ha decidido vender un trozo del capital que posee en Ingeteam, una empresa tecnológicamente muy puntera. ¿Es una buena o una mala noticia? No sé, es una noticia inevitable. Una vez que la regulación bancaria impone un coste de capital terrible para las participaciones accionariales en empresas, el movimiento estaba cantado y este solo es un capítulo más de una serie que solo terminará cuando terminen las participaciones o cuando cambie la legislación. Para lo primero no falta mucho, para lo segundo parece que sí.
¿Es algo razonable? Pues la regulación la han hecho gentes muy preparadas y personas muy inteligentes, así que me imagino que sí, por más que tenga mis serias dudas y nunca me hayan explicado los fundamentos últimos que la justifican. Está claro que, cuando llegan las crisis, los problemas financieros que puedan atravesar las participadas acostumbran a contaminar los balances de las entidades bancarias y ese es un riesgo que el regulador no quiere ver ni en pintura. Pero también es cierto que, al menos de manera global, la intervención bancaria ha ayudado a crear y mantener un entramado empresarial que, sin ellas, no habría existido. Creo que Bilbao, y su entorno, son un buen ejemplo de ello.
Pero aquí manda quien manda y no hay otra que obedecer sus dictados. Así que Kutxabank seguirá saliendo del capital de las pocas empresas en las que participa. Lo que sí podría ser objeto de debate son los criterios de selección y el orden de las salidas. Por ejemplo, ¿quién debe de estar antes en la lista, Ingeteam o San Mamés Barria? Y, sobre todo, si las fundaciones que controlan el capital de la entidad deberían o no asumir el papel que ésta abandona. Hasta ahora, las fundaciones han desarrollado una función social muy estimable y de gran tradición. Pero quizás haya llegado el momento de pasar ese testigo a las instituciones públicas, que de hecho ya gastan una enorme parte de sus presupuestos en ayudas sociales; y dedicarse ellas a generar riqueza y a sostener el entramado empresarial que nutre después las arcas públicas y las propias, como hace la Fundación la Caixa. Dicho sea sin ánimo de ofender, ni siquiera de molestar. Solo por debatir…
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