Discurso de Guaidó en el barrio de Las Mercedes en Caracas. Rayner Peña

El tablero venezolano

Editorial ·

El primer triunfo que ha de asegurarse Guaidó es preservar la unidad de la oposición en defensa de unas elecciones verdaderamente democráticas

EL CORREO

Miércoles, 6 de marzo 2019, 01:16

El regreso de Juan Guaidó a Venezuela, a través del aeropuerto de Caracas, sin que las autoridades judiciales adeptas al régimen chavista le pidieran cuentas por haber quebrantado la prohibición de abandonar su país ha suscitado un sinfín de especulaciones. Parece evidente que Nicolás Maduro ... resolvió no detener al presidente de la Asamblea Nacional, designado por ésta como «presidente encargado», para evitar que ello despertara una ola de solidaridad tanto entre los venezolanos como en la comunidad internacional. Cada acontecimiento que se produce en Venezuela tras la designación parlamentaria de Guaidó es el reflejo del equilibrio de fuerzas que se da en ese preciso momento entre un poder real o fáctico y un poder emergente o moral. Las últimas semanas han demostrado que cada una de las partes cuenta con terrenos de juego más propicios o, por el contrario, más esquivos a la realización de sus intereses. El bloqueo impuesto por el régimen chavista a la ayuda humanitaria exterior ha prevalecido frente al intento de la oposición democrática de convertir su demanda en motivo de clara división en las Fuerzas Armadas.

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El sorpresivo anuncio de que Venezuela contaba con un presidente alternativo el 23 de enero, que parecía suficiente para precipitar la retirada del Gobierno de Maduro, no ha sido capaz de cuajar como contrapoder más que en su reconocimiento político por parte de medio centenar de países. Mes y medio después de la proclamación de Guaidó, la transición reclamada hacia unas elecciones libres y con garantías se dilata tanto que la lógica impaciencia está generando diferencias en un movimiento extraordinariamente plural desde su origen. Maduro persigue un objetivo inmediato: que las discrepancias entre quienes han coincidido en la designación de Guaidó afloren antes y de manera más palpable que las fisuras que atraviesan su propio régimen. Porque esa expectativa es la que también atenúa las contradicciones entre los distintos sectores que sostienen a Maduro, empezando por los militares. Por eso, el primer triunfo que ha de asegurarse Guaidó es preservar la unidad de las fuerzas que le secundan en la vindicación efectiva de unas elecciones verdaderamente democráticas. La unidad opositora al chavismo es necesaria para que sea Maduro quien se avenga a las exigencias de la libertad y no al revés. El pulso entre la democracia ascendente y el autoritarismo en declive se libra en términos de entereza, de aguante. Aunque resulte profundamente injusto que la razón de la libertad conlleve tantos sacrificios.

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