Si alguien me hubiese preguntado en qué cuerpos del sistema solar deberíamos buscar posibilidades de vida, seguramente respondería unos cuantos, pero difícilmente se me hubiese ocurrido poner en la lista al planeta Venus. Se trata de un mundo calcinado donde un efecto invernadero desbocado, ... debido a una densa atmósfera de dióxido de carbono, eleva las temperaturas en su superficie hasta los 460º C y la presión hasta 90 veces la que tenemos en la superficie terrestre. Sin embargo, en sus corrosivas nubes formadas por gotitas de ácido sulfúrico, entre unos 50 y 65 km por encima de la superficie, las temperaturas y las presiones son parecidas a las de la atmósfera terrestre. Y es por encima de las nubes venusianas en donde un equipo internacional de astrónomos, liderados por Jane Greaves de la Universidad de Cardiff en Reino Unido, ha encontrado un compuesto químico derivado del fósforo, la fosfina PH3, cuya presencia resulta difícil de explicar en la atmósfera de Venus.

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Los investigadores han explorado posibles vías para la formación de esta molécula en este mundo, desde procesos geológicos y fotoquímicos (por la acción de la luz del Sol sobre otros compuestos), o energéticos, como serían posibles rayos en las nubes de Venus (no claramente detectados hasta el presente). Ninguno parece funcionar según sus cálculos. Así que o bien se produce por procesos fotoquímicos o geoquímicos desconocidos o bien por una atractiva posibilidad, que la fosfina venusiana fuese el resultado de la actividad biológica en el planeta. Como dicen los autores, la detección de fosfina en Venus no es una prueba de evidencia de vida en Venus, más bien de una química anómala sin explicación, por ahora. Serán esenciales nuevas observaciones para confirmar la presencia de la fosfina, su abundancia y distribución sobre el planeta, y su variabilidad en el tiempo. Quizás entonces podamos acercarnos a entender su origen.

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