La Real Academia Española (RAE) ha dado a conocer recientemente la actualización anual de la versión en línea de la vigesimotercera edición de su Diccionario (DEL). Como explicó la académica Paz Battaner en la presentación de esa actualización, el objetivo es que el diccionario recopile ... de una forma ágil el trabajo que todas las academias de la lengua española realizan. Esta es la razón de que una desayune con nuevas voces como, en este caso, selfi, o sea, el autorretrato de toda la vida, pero en foto, o meme, que no viene de memez, sino, como explica el DLE, del inglés meme, palabra acuñada por el biólogo británico R. Dawkins sobre el modelo gene, gen, y a partir del griego mímēma, cosa que se imita, ¡casi nada!
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En otras ocasiones se han introducido palabras como: abertzale, por la anterior que era aberzale (sí, sí, búsquenla); bocas, como sinónimo de bocazas, fair play-juego limpio; halal, con tres acepciones, siempre relacionadas con la carne procedente de un animal sacrificado según el Corán; sms, stop, usb, yihad, nocaut, o sea el ko, que no el ok; sushi, kínder (con tilde) o kindergarten, la guardería, pero en más moderno porque es alemán, bossa, de bossa nova, o Luis, en la acepción que hace referencia, además de la antigua moneda francesa, a «un hombre bien vestido, limpio y arreglado».
No sólo se introducen nuevas voces, sino que se añaden etimologías, acepciones, o se retiran, o modifican. Lo que se recoge es la lengua viva de los hablantes, y aquí cabe recordar que la lengua española es hablada en países, naciones, estados o comunidades repartidos por la geografía del planeta, del planeta Tierra, quiero decir. No vaya a ser que a alguien también se le ocurra que lo hablan en algún otro cuerpo celeste descubierto por Colón, dada la última tendencia aguerrida de ciertos políticos con el asunto de la hispanidad.
Declaraba la académica que: «el aumento de conocimiento lleva a que cada vez haya más conceptos y tecnicismos. El grado de instrucción de la sociedad es más elevado y lo hemos tenido en cuenta para estas incorporaciones». Sobre los neologismos explicaba que han añadido voces que no estaban en otras ediciones o palabras que han variado con el paso del tiempo. Y es aquí donde este año entra, por ejemplo, la voz sororidad y copio literalmente del diccionario las tres acepciones: 1. f. Amistad o afecto entre mujeres. 2. f. Relación de solidaridad entre las mujeres, especialmente en la lucha por su empoderamiento y 3. f. En los Estados Unidos de América, asociación estudiantil femenina que habitualmente cuenta con una residencia especial.
El asunto es que este neologismo (de soror- hermana) como ya se ha dicho por aquí y por allá, fue utilizado por Unamuno en algún texto, como en su conocida novela 'La Tía Tula' (1921). Se refiere el profesor de la Universidad de Salamanca a que habría que crear una palabra para nominar la hermandad entre mujeres, como sororidad y sororal, frente a fraternal y fraternidad, de frater-hermano. La voz en inglés, sorority fue utilizada, en principio, para llamar a las clásicas hermandades femeninas de las residencias de las universidades norteamericanas (frente a fraternity). Pero ya en nuestra época, la voz ha sido acuñada por intelectuales feministas y es, precisamente, a lo que se refiere la segunda acepción dada por el diccionario. La antropóloga mexicana Marcela Lagarde habla de «sororidad y el pacto entre mujeres» (consultable el texto en red). Y explica que «es una dimensión ética, política y práctica del feminismo contemporáneo». Sin embargo, no quiero extenderme en el término en sí pues hay mejores e instruidas voces para hacerlo, sino en la reacción que ha suscitado la dichosa voz en algunos sectores.
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De entre todos los comentarios que he recogido sobre este asunto -la mayoría no sabían sus significados- los más divertidos son los de algún que otro hombre. Alguno digo, que van en la línea de: «la Academia cede ante el lobby feminista», o «guerra declarada de un sexo a otro». Fíjate por dónde, ¡menudo 'lobby' !, ¡en una Academia que tiene 46 académicos de número, de los cuales solo 8 son mujeres! Y sienten que la Academia se ha vendido, y se muestran ofendidos… Claro, no creo que dijeran nada cuando se introdujo, por ejemplo, chocho y sus sinónimos chichi, chocha y chucha. ¡No pasa nada! ¡Es la lengua, por Dios! ¡Tranquilos, chicos!
La palabra en sí no es fácil de pronunciar, la verdad, y a mí me recuerda a las monjas, por aquello de sor, por lo que me resulta difícil ligar mi opción de vida con la que aquellas pretendían. Pero sí me parece oportuno introducirla, sobre todo a sabiendas que ha sido una de las entradas más consultadas en 2018. Los hablantes, y el paso del tiempo, decidirán su supervivencia. Es decir, sororidad se oye, suena, y la gente quiere saber qué significa. No les vaya a pasar como a la diputada de Ciudadanos, que en la comisión de Igualdad pidió «soNoridad» en vez de «sororidad», con el consiguiente ridículo. A los que están hiperventilando por ver la introducción de esta palabra en el diccionario, les diría que se relajen, que también han añadido turbofán, turboventilador, por si necesitan más aire…
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