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En plena cascada de denuncias por acoso sexual con especial incidencia en el sector del espectáculo en EE UU, ha hablado Tom Wolfe. El creador del ‘nuevo periodismo’, el afilado etnólogo de las tribus urbanas, el observador de las modas y las corrientes que mueven ... la sociedad norteamericana ha pedido un poco de reflexión. Sin restar un ápice de la gravedad de la violencia y acoso a las mujeres se pregunta por qué nadie se ha tomado la molestia de definir correctamente el concepto: ‘agresión sexual’. El problema es que acabe imponiéndose un ‘totum revolutum’ en el que la misma categoría incluya desde una tentativa de violación a un simple cortejo. El autor de ‘La hoguera de las vanidades’ advierte que las mujeres disponen de un arma de intimidación que no tenían hasta ahora. Lo grave empezaría a partir del momento en que la palabra de una mujer sea suficiente para inculpar a alguien de agresión sexual. Aunque ir a contracorriente cuando una bola de nieve como la campaña #Metoo está lanzada pendiente abajo, puede atraer todas las iras en forma de acoso digital. Que se lo pregunten a Catherine Deneuve y las firmantes del manifiesto criticando el puritanismo de la campaña que, a su entender, va más allá de la denuncia de los abusos de poder para adquirir el rostro del odio a los hombres y su sexualidad. Las representantes del movimiento feminista más duro de EE UU han respondido con contundencia que Deneuve y sus abajo firmantes «defienden el derecho a atacar sexualmente a las mujeres». Y amortizan a la musa de Buñuel con un despectivo: «ella está lejos de la conciencia actual».
La verdad es que dar lecciones de libertad y autonomía a una mujer como Catherine Deneuve es un poco osado. Pero las feministas norteamericanas están en una batalla por el poder donde quien no se alinea sin fisuras con sus postulados es «una traidora». La aparición en esta pugna de la carismática, millonaria y comunicadora de color, Oprah Winfrey, como posible candidata a la presidencia de Estados Unidos confirma que la frustración por el triunfo de Donald Trump frente a Hillary Clinton puede llegar a provocar efectos impensables en la lucha por la Casa Blanca. Oponer al populismo, blanco, antiliberal y antielitista de Trump una candidata como Oprah Winfrey configuraría un auténtico choque de populismos en el que la primera víctima sería la política real. Hay que volver al gran cronista de las costumbres y el pulso urbano norteamericano Tom Wolfe para intentar ver qué hay políticamente hablando detrás del movimiento ‘Yo también’. ¿Estamos en la segunda marcha de las mujeres sobre Washington en protesta por la elección de Donald Trump? Lo cierto es que las noticias sobre abusos y acosos sexuales de personalidades políticas y del espectáculo siguen ocupando el interés informativo y preparando el terreno para una batalla entre la derecha y la izquierda en EE UU. Y el lobby feminista de momento está ganando este asalto para los demócratas.
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