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Basta con ver lo que ocurre en el Serengueti para dar gracias a la vida por no haber nacido babuino. O mangosta. O avestruz. Los animales salvajes que habitan ese legendario parque africano pasan unas fatiguitas tremendas para llevarse algo a la boca y no ... ser ellos (o sus crías) el menú del día de otra especie con más hambre o con más dientes. Ni siquiera ser un gran felino te garantiza una existencia apacible. Ahí está la madre soltera leona, repudiada por su clan por haber mantenido relaciones con un foráneo y obligada a vagar a la desesperada por la inmensa sabana en busca de alimento para ella y para sus juguetones e inconscientes cachorros, que no paran de ponerse en peligro. A esa leona solitaria y carente de experiencia lo mismo la embiste un jabalí que un empecinado ñu o le roba la pieza recién cazada una jauría de hienas... Eso cuando no la persigue un león de su manada, lleno de celos y resentimiento, dispuesto a zamparse a sus crías.
Luego está el babuino viudo (a su compañera se la comió una boa), padrastro de un bebé al que adora pero al que no tiene ni idea de cómo educar y mucho menos alimentar. Y el elefante adolescente, príncipe destronado por el nacimiento de un hermanito, que sigue a la manada de elefantas liderada por su madre con absoluta desgana. O la pareja 'recién casada' de avestruces que apenas puede disfrutar del nacimiento de su numerosa prole porque tiene que entregarse a la estresante tarea de corretear y patear a los depredadores que se acercan dispuestos a devorarla. Como en la película de Almodóvar, en el Serengueti hay más dolor que gloria. Y un lugar especial para el trepa, el aprovechado, el oportunista... Porque allí campan a sus anchas las repelentes hienas. Feas ya de por sí, están dotadas de un carácter cruel, cobarde y mezquino que las empuja a sacar tajada de las debilidades ajenas. No solo te roban la comida o devoran a tus polluelos, sino que encima se ríen.
El martes estuve viendo un documental sobre el Serengueti. Luego cambié al debate. El 'decisivo'. Y a pesar de las dentelladas, los zarpazos y las risitas de hiena, aquello me pareció una de Disney. Agradecí no ser babuina ni cocodrila... Y poder votar el domingo.
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