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Estamos tan enfrascados en las negociaciones políticas y en las incomodidades de la ola de calor, que nos hemos olvidado de la sequía. Los tiempos cambian y las inquietudes también. Unos años atrás estaríamos dándole vueltas a la pertinaz sequía, como la calificaban nuestros antepasados. ... Ya habría cundido la alarma que causa quedarse corto de alimentos. En muchos pueblos a buen seguro que ya estarían haciendo rogativas implorando al cielo que abra las nubes de par en par.
Las nuevas tecnologías todavía no han descubierto ningún artilugio para propiciar la lluvia; están en ello, mayormente en Japón, aunque hasta ahora con poco éxito. Pero lo peor es que la sequía está aquí, un año más, agrietando las tierras de cultivo, resecando las cosechas, dificultando el regadío e impidiendo a los agricultores realizar las labores. Muchos millares de familias están preocupadas viendo que la hora de la recolección se echa encima y las perspectivas son pésimas.
Un primer cálculo asegura que la producción agrícola caerá entorno al 40%. Como suele ocurrir en estas circunstancias, el cultivo más perjudicado es el cereal. Pero el que sea el más perjudicado no quiere decir que sea el único, también el girasol, el viñedo y el olivo están afectados. Son muchos meses sin llover de manera contundente. La ganadería también se está viendo afectada. Cualquiera que se mueve por el campo verá a las reses enflaquecidas.
La sequía, todo hay que recordarlo, no es nada nuevo, Se repite cíclicamente desde los tiempos bíblicos. Pero ahora es evidente que entra también entre los peligros del cambio climático. Aunque nos olvidemos, el sol abrasador de estos días está limitando la producción y la calidad de los productos que todos tendremos que comer. La escasez hará que suban los precios y aumenten las importaciones. No es para tomárselo a broma. Si para adquirir conciencia e intentar salirle al paso en la medida que sea posible.
El Gobierno está en funciones y sin presupuesto para poder arbitrar algún paliativo a los afectados por la frustración de su esfuerzo de meses. Y en las negociaciones para formar el nuevo, ignoro si a nuestros políticos les quedará tiempo para dedicarle unos minutos a este asunto. Algunas veces se escuchan lamentaciones porque el campo se está despoblando cada vez más deprisa. Pero a la vista de los resultados, de los riesgos de depender del sol que haga, no sorprende.
Entre tantas promesas como se proliferan de cara a la nueva legislatura se echa de menos alguna voz que se ocupe del medio rural y que ofrezca propuestas para solucionar los problemas de los que se resisten a abandonarlo. Entre todos los sectores económicos, el agrícola y el ganadero, que deberían ser prioritarios, han caído en un olvido preocupante. La economía y el bienestar de los ciudadanos no debe depender sólo de la actividad del mercado de valores ni de la carrera por multiplicar las líneas del AVE, que también.
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