Semilla y discordia

Hay una pareja en Álava que quiere llamar a su segunda hija Hazia. Significa 'semilla'. Y una jueza de Vitoria se lo ha impedido. La familia compartió los reparos puestos en el Juzgado: «Es un sustantivo y nadie se llama así». Si el segundo argumento es flojo, el primero es inmejorable. Hasta donde yo sé, todos los nombres propios son sustantivos. Y eso desde luego es injusto. Ojalá la Justicia prohibiese Juan por ser un sustantivo e impusiese como alternativa un adverbio o un determinante. Molaría llamarse Bastante Aguirre, Aquel García o Probablemente Pérez. Deberíamos mirarlo ahora que estamos con las reformas legislativas.

Lo que sí es 'semilla' es un nombre común. Como 'flor' o 'ekaitza' (tormenta), que funcionan también como nombres propios. El Código Civil no prohíbe la originalidad, sino los nombres que «objetivamente perjudiquen a la persona». Tiene entonces sentido pensar que a la jueza le preocupa que una de las acepciones de 'hazia' sea 'semen'. Sin embargo, buscas un poco y Hazia nombra con la mayor tranquilidad consultas de fisioterapia, una asociación de jubilados de la BBK o un musical sobre el fundador de la Cooperativa Mondragón. No parece haber en su uso la menor carga semántica inapropiada y la familia de la niña cuenta según dice con el beneplácito de Euskaltzaindia. Sorprende que la jueza no lo tenga en cuenta. Sería un poco raro que Gontzal Mendibil hubiese titulado 'Semen' su musical sobre el venerable padre Arizmendiarrieta.

Al final, a la niña de Vitoria le ha colocado el juzgado el nombre de Zia, alegando que significa 'semilla' en latín y suena parecido. Es curioso porque a lo que no suena es a latín. Y porque, si algo sabemos que significa 'semilla' en latín, es precisamente 'semen, seminis', tercera declinación. La familia de la pequeña garantiza que peleará por Hazia hasta donde haga falta. Menudo berenjenal absurdo. Que el nombre termina poniéndose de moda está fuera de toda duda.

Sabíamos que el Departamento de Seguridad quería aumentar la presencia de mujeres en la Ertzaintza. Y ahora sabemos que quiere hacerlo con rotundidad, llegando a un 21% de agentes femeninas en tres años. Para ello, ultiman un plan que, entre otras cosas, reservará hasta un 40% de plazas para las candidatas en las próximas oposiciones. También se priorizará la presencia femenina en aquellas unidades «masculinizadas». A igualdad de méritos, se incorporan ellas. Además de discriminación, habrá adaptación. Por ejemplo, la del material. Los escudos de los antidisturbios, por ejemplo. Se entiende que adaptar los disturbios es más complicado. Si ni siquiera así se llena Arkaute de chicas con ganas de ser policía, cabe suponer que el Gobierno vasco estudiará el siguiente paso: reclutamiento obligatorio.

Los bolsonaristas más exaltados se manifiestan frente a los cuarteles pidiendo un golpe militar contra Lula y Bolsonaro persevera en su mutismo mínimamente matizado. Son altos cargos de su Gobierno los que están saliendo a aclarar que perdieron y no hay nada que reclamar. Algo es algo. Entre los bolsonaristas partidarios de la intervención militar, el futbolista Donato, que en los noventa pedía fuerza para vivir por el lado evangélico y ahora pide fuerzas armadas para echar a los comunistas. Y ni aun así el portugués brasileño suena mal. Ves a un bolsonarista en la tele y sabes que está soltando las peores barbaridades, pero el sonido, de algún modo, te pide hacer la segunda voz: «que coisa mais linda, mais cheia de graça…».