Sábado de corte

«Nadie controla la evolución epidemiológica», reflexionó ayer el lehendakari. «El virus viaja con cada uno de nosotros», añadió. Por si alguien no captaba que estaba repartiendo responsabilidades, Urkullu recordó también que el Gobierno vasco está más o menos atrapado entre el decreto de Estado de Alarma y el auto del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco sobre el cierre de la hostelería. Entre el decreto y el auto es entre nosotros el nuevo entre la espada y la pared.

Desde esa posición, el lehendakari sorprendió ayer anunciando una excepción llamativa a las limitaciones de movilidad que puedan ponerse en marcha el lunes. Quien tenga una reserva para Semana Santa en un establecimiento hotelero de Euskadi sí podrá desplazarse. Si lo que tiene uno es una reserva en un restaurante, entradas para el teatro, o una segunda residencia en propiedad, no podrá hacerlo. Cuando se le preguntó a la consejera de Salud por la explicación sanitaria de esta dispensa, Gotzone Sagardui dijo de un modo automático que los desplazamientos por ocio no están permitidos. En la repregunta, dijo que bueno, que vale, pero que la recomendación del Gobierno es no desplazarse. Tuvo que acudir el lehendakari al quite, apelando de un modo escueto y casi misterioso a los «sectores económicos» en los que se piensa al tomar ciertas medidas. Luego el lehendakari y la consejera pidieron muchas veces responsabilidad, situando ellos solos al ciudadano en un lugar asombroso, que no es entre la espada y la pared, sino entre el deber moral y el salvoconducto.

En nuestro país, las declaraciones de bienes de los políticos suelen ser escalofriantes. Pero no por el dinero y las propiedades que se consignan, sino por su ausencia. De pronto, gente que lleva media vida instalada en las altas esferas de los partidos y la Administración parece a punto de dejar todas las casillas en blanco y aportar una nota manuscrita: «Mis posesiones son un trozo de soga y un puñado de turba con el que espero calentarme en la vejez». Una vez en el Gobierno, disimular es más difícil porque el foco es enorme e igual tu cónyuge no quiere que pongas a su nombre el chalé y el Maserati siendo tú el líder del Partido de la Austeridad Máxima. ¿Qué tal va de tela el Gobierno de progreso? Pues el ministro Castells, que ha triunfado en las universidades americanas, tiene mucha pasta. Yolanda Díaz no y lleva dos décadas siendo cargo público. Lo de Irene Montero va a ser un gran escándalo, pero parece solo una herencia.

Al ver el portacontenedores gigante encallado en el Canal de Suez, lo primero que pensé es que estaba al timón el capitán Schettino, el del 'Costa Concordia'. Lo segundo, que tampoco tardarían los ingenieros y los mecánicos, los náuticos, los expertos, en arreglar el desaguisado. Pero es que el barco ha hecho tope. Y no basta con gritar desde tierra las órdenes adecuadas: «¡Dale para atrás!». Se espera que todo se solucione hoy, pero se teme que se tarde aún días. 9.000 millones de dólares desaparecen cada jornada con el monstruo cruzado ahí.