El Euromillones del viernes: comprobar resultados del 31 de enero

A estas alturas, ya se habrá dicho todo acerca del debate Trump-Harris. Los listos habrán analizado el texto y el subtexto, los gestos y las gestas, pero muchos nos quedamos con las tontunas. Total, al final es lo que cala. Y que fue oír ... lo de los inmigrantes haitianos que comen perros y gatos y acordarme de que este verano, estando en la mismísima China, un compañero de viaje le preguntó a uno de los guías si era cierto que allí comían perros. «Sí, pero solo en invierno porque dan mucho calor», contestó. Mira, como la fabada.

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Lo más raro que comí fue yak; ni perro, ni gato, ni nada por el estilo. ¿Los hubiera probado de habérmelos encontrado en la mesa? Ni idea; afortunadamente, no me vi en esa tesitura. Sí en la de comerme un centollo sobre una natillas calientes. Me negué, claro, que cocinar así un producto de ese calibre es maltrato animal. Y que, a lo mejor, el centollo se llamaba 'Tenacitas', como la langosta de Homer. Porque en el Springfield de Los Simpson se comen a las mascotas, aunque sea por accidente. Lo que no me imaginaba es que eso también pasaba en el Springfield de Ohio, pero Trump soltó el bulo muy convencido. Mientras, Kamala lo escuchaba poniendo la misma cara que puso Sara Montiel cuando, al salir del ayuntamiento de Majadahonda, trató de ocultar que acababa de casarse con Toni Hernández para proteger la exclusiva. A la vicepresidenta solo le faltó el «¿Pero qué pasaaaaa? ¿Pero qué invento es esto?» para rematar.

Dicen que el debate lo ganó Kamala. Pero no echemos las campanas al vuelo ni los perros a la olla, que aún nos acordamos de lo de Hillary. La gente, que tiene la mala costumbre de votar lo que le da la gana. Y la de comer lo que quiere. O lo que puede.

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