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Acabamos de entrar en la década de los veinte del siglo XXI. Los años 20 del siglo pasado dicen que fueron felices, locos, pero terminaron muy mal: el crack de la Bolsa de Nueva York, inicio de la Gran Depresión y Segunda Guerra Mundial. La ... situación actual creo poder decir sin equivocarme que es loca, incierta, vertiginosa y no es feliz. Ahí está la nueva crisis económica que nos amenaza, el Brexit, los atentados islamistas, Putin, Trump, la xenofobia, la ultraderecha, el autoritarismo de izquierdas. En fin, que el panorama no es muy alentador. Así que me he puesto a repasar lo que ocurrió entonces por si veo similitudes y puedo gritar al mundo que paremos todo esto antes de que pase lo que entonces ocurrió.
Resulta que la euforia de 'Los felices años 20' vino de lo bien que Estados Unidos supo rentabilizar la primera Guerra Mundial. De 1914 a 1918, Europa anduvo entretenida en los campos de batalla y sin tiempo para hacer otra cosa que matarse unos a otros. La situación fue sustanciosa para EE UU, que prestaba dinero a los beligerantes, les vendía armas, alimentos, productos industriales, así que, al acabar la guerra, el dólar se convirtió en la primera divisa mundial y EE UU en la primera potencia, por encima de Gran Bretaña.
Como es natural, los americanos estaban todos muy contentos, había dinerito fresco. Fue época de gran abundancia, se popularizó la radio, el teléfono, el automóvil, los electrodomésticos y la venta a plazos. El joyero Cartier creó el primer reloj de pulsera para su amigo, el aviador Santos Damont, que no podía mirar su reloj de bolsillo porque tenía las manos ocupadas en los mandos. Nace el Art-Decó en París, suntuoso, frente a la austeridad de la Primera Guerra Mundial, decorativo, urbano, ecléctico, inspirado en el constructivismo, cubismo, futurismo, ¡qué de ismos!, el estilo racionalista de la escuela de Bauhaus y los descubrimientos arqueológicos del Antiguo Egipto, Howard Carter había descubierto la tumba de Tuthankamon en 1922.
El Art-Decó voló hasta Hollywood, convirtiéndose en símbolo del glamour, la pintora Tamara de Lempicka fue su primera estrella y la gran representante de la pintura Art-Decó con sus mujeres etéreas de dedos muy largos. El jazz sonaba y el mundo se puso a bailar a ritmo de charleston. Cocó Chanel sorprendió al mundo con su Petite Robe Noir, vestido de color negro, hasta entonces color reservado al luto, que, tras aparecer en 1926 en 'Vogue', se convirtió en signo de distinción y elegancia.
Entonces, ¿qué pasó si les iba todo tan bien? Pues que se murieron de éxito. Empezaron a producir por encima de la demanda, los stocks acumulados les salían por las orejas, cayeron los precios, las empresas y el paro subió y subió. Y como al perro flaco todo son pulgas, pues la especulación bursátil, que había ofrecido grandes expectativas de ganancias, se hundió también el Jueves Negro, 24 de octubre de 1929, seguido del Lunes Negro y el Martes Negro, 28 y 29. Una ola de pánico anegó a los inversores y en pocas horas aquel mundo feliz se vino abajo y llegó la Gran Depresión.
Y entretanto, el enemigo no dormía. La Revolución Rusa de octubre de 1917 instauró el comunismo en Rusia y Stalin ya apuntaba maneras. Benito Mussolini, en 1919, fundó los Fasci de combate, los camisas negras, que en 1921 pasaron a ser el Partido Nacional Socialista, y que en 1922 protagonizaron la Marcha sobre Roma. En Alemania se mascaba la tragedia. En 1918, hubo un intento revolucionario de izquierdas, que forzó la abdicación del káiser Guillermo II y que fue sofocada en enero de 1919. El 8 de noviembre de 1923, Adolf Hitler entró en la cervecería Bürgerbraükeller de Múnich, donde 3.000 personas escuchaban el discurso de Gustav von Kahr, gobernador de Baviera, y, acompañado de Göring, Rosenberg y Rudolf Hess, pegó un tiro en el techo, se subió en una silla y gritó: «La Revolución nacionalista ha empezado». Mientras, ¡los demás bailaban!
El mundo ha cambiado, y a pesar de los horrores que nos cuentan los medios, creo que ha cambiado a mejor, por eso confío en que, más allá de las incertidumbres que estamos viviendo, seamos capaces en nuestra década de los 20 y todas las décadas que vengan detrás, de hacer bien los deberes, de no dejarnos atrapar en remolinos de fanatismo, violencia, injusticia, dolor y muerte.
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