La elección del ministro irlandés Paschal Donohoe como nuevo presidente del Eurogrupo frente a la candidatura de Nadia Calviño constituye un revés por la trascendencia que al nombramiento de esta última se le había concedido para los intereses de España y por las expectativas que ... el propio Gobierno había alentado en las últimas semanas. Aunque más importante resulta la designación para un puesto de esa relevancia de una persona que puede sintonizar mejor con las renuencias a dotar al fondo de recuperación europeo de los recursos y de los instrumentos demandados por nuestro país y, en general, por los más afectados por el Covid-19. Máxime cuando esa herramienta resulta esencial para afrontar los devastadores efectos de la pandemia y recomponer una economía sumida en una recesión sin precedentes.
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Se ha demostrado imposible que el Ejecutivo de Pedro Sánchez estuviera en disposición de simultanear sus reivindicaciones de cara a la cumbre de la próxima semana sobre las millonarias ayudas para salir de la crisis y el horizonte presupuestario hasta 2027 con el nombramiento de su vicepresidenta económica al frente del Eurogrupo. De haber sido elegida Calviño, el Gobierno del que forma parte habría pasado de ser un interlocutor más en el ámbito comunitario a asumir un papel de especial compromiso en la definición de las políticas de Bruselas y en el cumplimiento de sus recomendaciones. Al quedar descartada, se encontrará con más dificultades para hacerse oír en las instancias europeas.
Si el Ejecutivo y su presidente no interiorizasen lo acontecido como una derrota en toda regla, o si no se viera así tanto en el ámbito institucional europeo como en sectores influyentes de la economía, España podría tener una mayor libertad para exponer sus puntos de vista y establecer las alianzas que requiera tanto la aprobación del fondo y sus condiciones como su aplicación concreta. Pero es de temer que el revés sufrido por Calviño y por Sánchez tenga efectos negativos tanto para la cohesión del Gobierno de coalición en materia económica y presupuestaria como para la proyección de sus propósitos en las instancias comunitarias. El Gabinete no tiene ni un minuto de margen para reponerse de la decepción. Y no lo tiene el presidente Sánchez para desentrañar el rumbo que quiere dar a las Cuentas de 2021 antes de que las divergencias afloren en el Consejo de Ministros.
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