Retorno del rey

Será después de Sanxenxo cuando el rey emérito se reúna con Felipe VI en La Zarzuela. La escena es como un ejercicio de escuela de guión. Yo lo resolvería con el rey padre sentándose e intentando empezar la conversación: «¿Y qué tal por aquí? ¿Mucho lío?» Y el hijo ahí, muy serio, mirando fijamente uno de esos enormes libros de mesa en cuya portada se lee: 'Yuste'. Fue allí donde Carlos V se retiró a pasar sus últimos años «humillándose a la vida común de un escudero». Lo atestiguan las crónicas palaciegas de la época. Sabemos sin embargo que se humilló entre barriles de cerveza, ostras de Ostende y cuadros de Tiziano. Es extraño que tantos siglos después se aplique una óptica palaciega equivalente a la figura de un jefe del Estado que ha defraudado al Estado. Con el regreso del emérito veremos ovaciones desoladoras. Y ataques aprovechados que olvidan que también estamos ante un hombre de ochenta y cuatro años que tiene derecho a volver a su país. Él mismo anunció en marzo que quiere hacerlo con «la mayor privacidad posible». Pues la privacidad se exige y se propicia. Evitando, por ejemplo, la tentación de confundir el aplauso en la platea, el puerto o el tendido con la posteridad.

A mediados de enero de 2013 la prensa hablaba de Luis Bárcenas pagando sobresueldos a parte de la cúpula del Partido Popular, pero todavía se refería a una «contabilidad B del partido». No se había dado con la fórmula definitiva: «los papeles de Bárcenas». Enternece saber que en ese momento María Dolores de Cospedal se refería en sus conversaciones con el comisario Villarejo a «la libretita» de Bárcenas. No puede ser peligrosa una libretita. ¿Qué puede haber en ella? Anotacioncitas, en el peor de los casos. Como si creyese firmemente en que la terca realidad es susceptible, no solo al diminutivo, sino también a la perífrasis, la secretaria general del PP le decía a Villarejo que lo de la libretita «sería mejor poderlo parar». Y el comisario respondía que tranquila, que él estaba «al loro». Quince días después, la libretita estaba en las portadas de los periódicos y se convertía para el PP en un fantasma corrupto que nunca deja de regresar.

Abrir la caja en la que en toda casa se guardan los cables de los móviles que han formado parte del núcleo familiar es exponerse al caos y recordar el timo. Llevamos quince años hablando de la conveniencia -por ecología y salud mental- de que los móviles utilicen un solo cargador. La Unión Europea comenzó a ponerse seria en 2009 y puede que la norma llegue en 2023 y el cargador único en 2025. Será entonces, ya extinto el negocio, cuando los teléfonos pasen a cargarse de un modo mejor y revolucionario, ya verán. Puede que con la mirada.