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Las medidas tomadas por el Gobierno que implican la restricción de algunos de nuestros derechos son duras, pero la inmensa mayoría de los ciudadanos las acata. La crítica se dirige a la tardanza con que se han aplicado teniendo en cuenta la información con que ... contaban los gobiernos en el mundo desde finales de enero (como se ha publicado por los informes de la OMS del 23 y 30 advirtiendo de la peligrosidad del virus y de la necesidad de tomar medidas, así como desde otros organismos) y las advertencias continuas en relación a la necesidad de impedir las grandes concentraciones de personas desde la UE y la OMS. Se hizo caso omiso y se permitió la celebración de mítines, de partidos de fútbol y otros eventos festivos masivos en Madrid y otras ciudades como las mascletás y las manifestaciones del 8-M, que reunieron en Barcelona a 50.000 personas y a 120.000 en Madrid, mayoritariamente mujeres.
Circulan diversas declaraciones, como la de la vicepresidenta Carmen Calvo, animando tan 'proféticamente' a acudir porque a las mujeres «les iba la vida en ello», y de otros personajes relevantes incitando a asistir con el argumento de que el machismo mata más que el coronavirus. Y miles de mujeres son alegremente empujadas a meterse en la boca del lobo. Precisamente, el Día de la Mujer.
Al día siguiente, lunes 9, después de un fin de semana sin información ministerial como se ha publicado, el Ministerio de Sanidad declara que los casos en España se elevan a 589, un incremento del 20% diario, y a 17 las defunciones. Es por lo que resulta especialmente humillante para los ciudadanos que ni el presidente ni el vicepresidente del Gobierno hayan pedido perdón ni reconocido su falta de responsabilidad en la salud de los ciudadanos por quienes son elegidos y pagados, siendo su obligación principal velar por el bienestar de la sociedad. Y un insulto a la inteligencia de tantas personas que saben leer y escribir por querer culpar a otros gobiernos falseando la verdad, como ya se ha hecho habitual, de su inoperancia y decisiones improvisadas en tamaña crisis. Cuando esto pase se verán los resultados de las denuncias que se están presentando exigiendo responsabilidades penales, como se ha hecho en Francia.
La restricción de nuestros derechos se ejecuta al mismo tiempo que el Gobierno y algunos políticos no están mostrando ejemplaridad. Además de por su falta de previsión porque, estando en cuarentena debido al contagio de sus compañeras el presidente y el vicepresidente Pablo Iglesias, así como también la portavoz Lastra -ella misma, infectada-, se hayan permitido saltársela cuando hay multas y penas de cárcel para quienes no respetan las normas establecidas. Y para las personas entregadas a la curación de pacientes, al cuidado, aprovisionamiento y protección de los ciudadanos no sólo no hay test para detectar el virus, sino que ni siquiera disponen de mascarillas ni guantes. Todos los aplausos son pocos para ellas. Pero a los responsables hay que exigirles menos verborrea y más eficacia y eficiencia. En sus alocuciones vacuas a lo 'Aló Presidente', casi nadie se cree sus sermones y búsqueda de eximentes, como se ha visto en alguna encuesta. Junto al descrédito que nuestro país está recibiendo en la UE y otras áreas, la credibilidad del Gobierno es gravemente cuestionada y ya se discute su legitimidad.
Siento molestar a muchas personas con estas reflexiones porque somos una sociedad solidaria, como se ve desde particulares, pequeños autónomos y empresas privadas que tanto bien están haciendo en este tiempo de duelo. Pero también existen muchas personas acríticas sobre las acciones de los gobernantes y sus resultados. Y las que se resisten al pensamiento crítico quizá por miedo a discrepar o a perder algo que aprecian.
Entiendo, aplaudo y apoyo que la oposición política nohaga arder las redes y las calles llamando asesino al Gobierno y llenando de estiércol las sedes de sus partidos, como ha ocurrido con otros gobiernos en situaciones de emergencia. Pero los ciudadanos en general, los periodistas y sus empresas que pueden sentir más que nunca la tentación si no de halagar al poder al menos de no molestarle, así como intelectuales, juristas y científicos sociales en la responsabilidad de la ética profesional, y todos, seguimos manteniendo el derecho y también el deber democrático ineludible de criticar y desnudar a políticos que han hecho de la propaganda, la ocultación y el engaño sus tácticas para hacerse con el poder. Y que pretenden aprovechar esta crisis sanitaria para, una vez derivada a grave crisis económica, intentar destruir nuestra estructura constitucional y llevarnos, como han declarado, a su envidiado modelo bolivariano. Y ya están construyendo su relato post-virus.
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