JORDI ALEMANY

Las residencias, a examen

- EDITORIAL - ·

La crisis ha evidenciado las insuficiencias del sistema y la necesidad de revisar a fondo la atención a la tercera edad

el correo

Lunes, 6 de julio 2020, 00:16

La pandemia ha puesto de manifiesto las fortalezas y debilidades del sistema sanitario, de la clase política y de una sociedad en estado de 'shock' ante un inimaginable escenario de muerte y destrucción. De todo ello habrá que extraer las lecciones pertinentes. También ha evidenciado ... alarmantes insuficiencias en la atención a los mayores, cubiertas hasta ahora por un manto que se ha revelado incapaz de tapar por más tiempo la escasez de recursos materiales y humanos de las residencias, así como sus consecuencias en forma de episodios de desprotección que deberían abochornar en una sociedad mínimamente avanzada. Alrededor de un 70% de los más de 28.000 fallecidos oficialmente por o con el Covid-19 vivían en centros de ese tipo. El dato no solo revela hasta qué punto el virus ha arrasado a los más vulnerables de entre los vulnerables. Confirma, además, la urgente necesidad de repensar un modelo que se ha demostrado desfasado y de acomodarlo a las necesidades del siglo XXI.

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El cuidado y bienestar de los dependientes por razones de edad constituye un desafío de primera magnitud ante el paulatino envejecimiento de la población. Ni las instituciones ni la sociedad en su conjunto pueden desentenderse de la obligación moral de garantizarles unas dignas condiciones de vida, lo que conlleva articular un sistema eficaz y a la vez sostenible económicamente. El coronavirus ha demostrado las serias carencias del actual que afectan no solo a la dotación de recursos, sino a su propio diseño, que es preciso repensar. La desconexión entre las residencias y el sistema sanitario -básicamente, la atención primaria- parece fuera de lugar. Su configuración, incluida la elevada presencia del sector privado, y funcionamiento habrían de formar parte de un debate ineludible sobre la protección de la tercera edad, en el que nadie parece particularmente interesado, quizás por el alto coste que conlleva cualquier actuación en este ámbito.

Los poderes públicos no tienen motivo alguno para sentirse satisfechos de su proceder durante la crisis con estos centros, que han de garantizar una atención integral y continuada de calidad por parte de equipos con especialistas en múltiples ámbitos. Aunque en Euskadi la mortalidad en ellos ha sido inferior a la del resto de España, sus problemas de fondo son similares e idéntica la conveniencia de revisar el modelo sin más demoras.

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