La reaparición de Plácido Domingo en Salzburgo, recogiendo un premio a toda su carrera y reivindicando su inocencia, se asemeja un poco a un esfuerzo personal de rehabilitación o de autoabsolución. Una ocasión inmejorable, también, para que sus muchos admiradores y exégetas nos refieran lo ... acontecido como un episodio incierto y ya casi olvidado, agravado entonces por los errores de comunicación del propio artista y aprovechado por no se sabe quién para emprender un proceso de linchamiento. Francamente el que no se consuela es porque no quiere. Plácido Domingo era un artista reputado y admirado, inigualable en su longeva carrera y hasta incuestionable en su vida personal. Por eso mismo cuesta creer que la investigación emprendida por la Ópera de Los Ángeles, concluyente en cuanto a la credibilidad de la acusación formulada por veinte mujeres en relación con el comportamiento sexual del cantante, solo fuera la consecuencia de un malentendido, de una costumbre de galanteo añejo o incluso de un contubernio urdido para acabar con la carrera de quien ha sido una de las personalidades operísticas más destacadas del último medio siglo.

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Que las dudas razonables sobre el comportamiento de Domingo -asentadas también en sus excusas y en la admisión de responsabilidad por sus actos- llevaran después a la anulación de sus contratos programados o a su alejamiento obligado o voluntario de los coliseos operísticos no es sino la consecuencia lógica de todo ese episodio, con seguridad un plato de mal gusto para todo el mundo de la ópera. Es verdad que a Plácido Domingo le sigue asistiendo el derecho a la presunción de inocencia, lo mismo que a sus admiradores y defensores les corresponde la libertad personal de absolver de culpa al cantante o incluso de desligar su carrera y su arte de su persona. Pero, desgraciadamente, el fondo de este triste asunto sigue siendo el mismo: de un lado, las acusaciones son serias y creíbles; de otro, nadie las ha refutado de una forma concluyente y como derivada de todo ello, siento decirlo, la reputación de Plácido Domingo sigue cuando menos cuarteada y cuestionada.

Museos

Símbolo de renacimiento

Que no se diga que los tiempos de crisis económica son incompatibles con las inversiones en infraestructuras culturales, ni tampoco que la época de los museos de autor es cosa del pasado. Viene esto a cuenta de la luz verde otorgada por el Gobierno italiano a la ampliación en Florencia de la Galería de los Uffizi. No exento de una polémica que ha durado veinte años, el proyecto de una galería exterior es obra del premio Pritzker Arata Isozaki y contempla el aprovechamiento de un antiguo palacio situado al este del museo. Naturalmente el debate se centra en torno al impacto que tendrá la arquitectura de Isozaki en un conjunto urbano del siglo XIV. El presupuesto de la obra alcanza los 12 millones de euros y su inauguración está prevista para el año 2024. Lo fundamental de la decisión política es la idea de que la inversión cultural se entienda como un símbolo de renacimiento para un país que ha sido especialmente golpeado y también afectado en lo económico por el coronavirus. Interesante apuesta, sí, notable decisión política.

Festival de Salzburgo

Voluntad y esperanza

Está siendo una edición especial y reducida, sometida a estrictos protocolos de seguridad, condicionada por la situación de la pandemia y también, en buena lógica, con menor afluencia de público. Con todo, el Festival de Salzburgo se ha mantenido a pesar de las actuales circunstancias y desde el 1 de agosto celebra su centenario constituyendo no solo la mejor esperanza para la vuelta a la normalidad en la oferta cultural, sino también el ejemplo a seguir en el esfuerzo por atraer y dar seguridad a las audiencias. Este año su programación incluye 110 eventos de ópera, teatro y conciertos en un plazo de 30 días y en 8 emplazamientos diferentes. En todos ellos no hay entreactos y el distanciamiento de los espectadores entre butacas es ciertamente estricto, aunque los intérpretes no llevan mascarillas sobre la escena. Seguridad ante todo, pero también voluntad y esperanza de normalidad.

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