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El domingo de Resurrección, más allá de su contenido religioso, es un día especial para muchos vascos pues en dicha fecha, desde el año 1932, tras la instauración de la Segunda República, se celebra el Aberri Eguna. Una efeméride que siendo ideada por el PNV, ... fue logrando la adhesión o simpatía de otras formaciones políticas y el respaldo de amplios sectores de la ciudadanía, especialmente durante el periodo de lucha antifranquista y primeros años de la Transición donde en las convocatorias participaban nacionalistas, socialistas y comunistas.
Desde hace ya algunas década es un día de celebración fundamentalmente nacionalista, con la excepción de Podemos, donde los convocantes llaman a concentrarse y/o movilizarse en defensa de una patria que a juicio de los promotores hay que seguir construyendo hasta que sea plenamente libre y soberana en la totalidad de su territorialidad; es decir, hasta materializar el 'Zazpiak Bat' como entidad jurídica-política. Esta concepción de la patria y de la nación tiene limitaciones importantes pues vincula la identidad y el patriotismo a unos factores y valores de referencia ya supuestamente constituidos en la Vasconia primigenia. En nuestra historia no ha existido ni existe actualmente un consenso sobre una patria común que agrupe a la mayoría de los ciudadanos de Iparralde, Navarra y Euskadi. Es más, tampoco existe ese consenso mínimo en cada uno de estos tres ámbitos en torno a los elementos sobre los que podría constituirse una identidad común vasca o navarra, en su caso. El reto para un buen nacionalista, más que reiterar a modo de rito doctrinal la patria común que le gustaría, a mi juicio debería de ser favorecer en cada ámbito territorial que se trabajen y vertebren los consensos internos sobre los elementos que integran su propia identidad colectiva. De tal forma que los navarros definan si identidad comunitaria, los de Iparralde la suya y los vascos de Euskadi hagamos lo propio. Si fuésemos capaces de avanzar en ese camino, estoy convencido de que puestos al descubierto los códigos de identidad de cada comunidad constataríamos la existencia de elementos objetivos y subjetivos comunes definitorios para una identidad colectiva compartida. Prefiero entender la patria y el patriotismo como un camino más que como un destino y una meta ya predeterminada. Un camino que no está hecho sino que lo van construyendo los caminantes día a día. Diversos y plurales, pero que les une la aventura y el desafío que representa hacer camino, hacer patria para compartirla, pues ésta se va constituyendo con valores y principios que unen, integran y cohesionan.
Apunto algunos de esos factores que pudieran integrar ese código de nuestra identidad colectiva compartida: la libertad, la democracia, la paz, la igualdad, la coexistencia lingüística y cultural y la cohesión social. Y dos herramientas fundamentales, la solidaridad y el autogobierno de nuestras comunidades políticas, como garantes de los principios y valores expuestos. Una consideración final básica, la patria y la nación son los hombres y mujeres que integran en cada momento de la historia esa comunidad. Convendría darle unas vueltas a la idea de patria y en nuestro caso al Aberri Eguna.
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