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Más o menos todos estamos concienciados con el cambio climático -que estamos ya padeciendo-, y con el cuidado del planeta, es decir, la casa de todos. Incluso los abuelos y los pequeños pueblos reciclan. Los ayuntamientos han realizado un inmenso esfuerzo para llegar a todos ... los rincones con sus contenedores de colores; el Gobierno ha pagado campañas de sensibilización. Pero nos falta lo más importante: que las empresas contratadas -y que cobran un algo precio por su trabajo-, se liberan de esos mismos reciclajes quemándolos. Con lo cual contribuyen aún más a la contaminación. La desvergüenza de las ganancias nos lleva a todos al abismo. Cuando compramos un electrodoméstico, por ejemplo, nos cobran un canon por reciclar el viejo. Sin embargo, este termina en un basurero en África, asesinando ríos y tierras; sin contar con esa programación incorporada de ‘caducidad’ en todos ellos. Con los residuos nucleares, ya ni se me ocurren la cantidad de barbaridades que estos tramposos han encontrado para librarse de ellos: desde fosas marinas hasta empresas abandonadas, alguna muy cercana a las poblaciones.
Además, los incendios, como el de Seseña, acarrean serias enfermedades pulmonares. En principio, podría creerse que esto es sólo un asunto de mala praxis profesional, pero eso no excluye la responsabilidad de los gobernantes para controlar que lo contratado y pagado se cumple. Esas empresas no sólo cometen un delito de incumplimiento de contrato; contribuyen a que nuestros oceános hayan sido ocupados por un continente de plástico, que los peces, alimento humano, estén tan contaminados como para atentar contra nuestra salud. Podríamos seguir, pero es que, además, restan riqueza al país, porque esas mismas materias desechables podrían ser reutilizadas en su función inicial o en otra. Sin embargo, no sólo salen impunes, sino que siguen firmando contratos con las administraciones.
El próximo gran problema de la humanidad será la absoluta escasez de agua; la desertización de tierras ahora fértiles. Mientras que los gobernantes sólo tengan en mente los beneficios, el planeta estará en riesgo, como lo está la Antártida dependiendo del señor Trump y su proyecto de extracción de petróleo; mientras China y Japón encuentren lucrativo enviar barcos para arrastrar los restos de hielo flotantes…; mientras el dinero, el beneficio rápido y el poder predatorio no sean extirpados de la sociedad nos veremos abocados a un exterminio lento, que, además, nos aboca a una migración peligrosa por hambre; que comenzará, como siempre, por los más débiles, pero nos llegará a todos.
Difícil tarea la de convencer a personajes como Trump, algo más asequible sería el control, efectivo, de esas empresas contratadas para rehabilitar los desechos, especialmente los más peligrosos.
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