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Desde hace algunos trimestres, la desaceleración del ciclo económico es algo generalmente asumido. Pero ¿entramos en recesión? He aquí una pregunta múltiple y comprometedora. ¿Cuándo? Si predecir es una tarea difícil, determinar el momento es lo más próximo a lo imposible. ¿En qué ámbito? ¿Crisis ... global o crisis por regiones? ¿Crisis o mera recesión? Vayamos respondiendo.
Comenzaremos recordado que la diferencia entre recesión y crisis depende de su duración. Bastan dos trimestres consecutivos con registros negativos del PIB para situar a un país en recesión técnica. Es el caso posible de Alemania, Reino Unido o Italia, que cuentan ya con un trimestre de PIB negativo. La crisis es mucho más pertinaz.
En cuanto al ámbito de una posible crisis podríamos distinguir entre global, emergente, estadounidense o europeo. Descartada en el corto plazo una crisis de ámbito global como la registrada en 2009, nos centraremos en algún comentario regional.
¿Cuál es el pronóstico que se cierne sobre la economía norteamericana? Los pesimistas ponen el énfasis en la inversión de las curvas de tipos de interés, eventualidad que ha precedido a todas las crisis estadounidenses. Los estadísticos subrayan que Estados Unidos acumula once años de crecimiento ininterrumpido, el periodo sin recesiones más largo que se recuerda y que alguna vez tienen que producirse los decesos. La Reserva Federal del país (FED) estima que la incertidumbre derivada de la guerra comercial con China está recortando al menos un 1% del crecimiento de la economía nacional. Pero los monetaristas recuerdan que la oferta monetaria (M4) crece a una robusta tasa del 5%, lo que invalida la posibilidad a corto plazo de una recesión. La Reserva Federal puede, a su vez, compensar la desaceleración del ciclo, extremo que se descuenta en un plazo inmediato. Y la expresidenta del citado organismo Janet Yellen califica de mito el que las fases largas de bonanza claudiquen por pura ley biológica. Expansiones más dilatadas significan simplemente que el número de recesiones se ha reducido.
Dejando de lado la crisis argentina, la ambigüedad se extiende igualmente a los gigantes asiáticos y resto de países emergentes. El mal dato del PIB del segundo trimestre chino ya ha provocado la reacción del Ejecutivo de Pekín, que se apresta a multiplicar sus estímulos tanto en materia de infraestructuras, bancaria y crediticia o de rebajas impositivas.
¿Es Europa la más susceptible de ser azotada por una nueva caída de la producción? Tiene sin duda más papeletas para ello por su famélico crecimiento -sólo un 0,2% en el segundo trimestre de 2019- y por el agotamiento de un ciclo del Estado del bienestar que debe reinventarse. Pero los indicadores más relevantes se resisten a desplomarse.
¿Y España? La confianza de los consumidores ha registrado en agosto su peor dato desde el segundo semestre de 2014. El índice PMI manufacturero flaquea y los últimos datos de afiliación a la Seguridad Social y de empleo, los peores desde 2008, nos recuerdan que el paro estructural está en el mercado laboral español para quedarse. Por si no fuera suficiente, el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, estima que la suerte del país está muy ligada al deterioro económico de Europa. Pero el crecimiento del PIB -según el Gobierno, la AIReF, el BBVA o Fedea entre otras instituciones- sigue siendo vigoroso, por encima del 2%, y ninguna fuente se atreve a rebatir la sostenibilidad de esta tendencia.
La clave para la interpretación del momento económico actual está en el paradigma clásico de los 'leads and lags' (adelantos y retrasos), observado en el comportamiento de los componentes de la demanda agregada. Si debido a la incertidumbre reinante en un país o conjunto de ellos un alto porcentaje de los consumidores retrasan sus compras de consumo duradero, los empresarios difieren las de sus bienes de equipo y el gobierno omite su gasto en inversión, estamos acelerando el recorte ('lags') de los tres componentes de la demanda global, y el PIB necesariamente declinará incluso hasta registros negativos. La crisis se hará entonces realidad.
Para que los 'lags' no incurran en su perverso funcionamiento hay que promover la estabilidad emocional de los mercados, minimizando todo tipo de alarmas para que el ritmo natural de la demanda de los agentes económicos no se altere. Cada región, cada país, tiene su indelegable responsabilidad en esta crítica tarea estabilizadora de trascendencia global.
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