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Los partidos de derechas han reaccionado de forma visceral y desquiciada ante el acuerdo habido entre el PSN y Geroa Bai para la formación de la Mesa del Parlamento foral en el que han participado también Podemos e Izquierda-Ezkerra, que en buena lid debería ... ser el acto preparatorio para un acuerdo de gobierno que permita la investidura de María Chivite.
La derecha política y mediática ha encajado muy mal este acuerdo y ha respondido de forma desatada e intolerante. Se ha hablado de traición a los muertos, de cometer un acto inmoral y de haber pactado con los amigos de los asesinos. Es cierto que la política ya no representa un ejercicio racional para analizar y valorar la realidad que vivimos y los hechos que suceden en la misma. Pero estas reacciones desenfrenadas superan todos los excesos anteriores en esta carrera loca de falsear la realidad y sustituirla por creaciones fabricadas a gusto del autor. En Navarra ni se ha traicionado a los muertos, ni se ha entregado esta comunidad a los independentistas ni se ha cometido ningún acto político que pueda ser considerado como inmoral.
¿Se imaginan ustedes a Javier Esparza, a Inés Arrimadas o a Pablo Casado ejerciendo de jueces para determinar los hechos probados? Sería terrible para los intervinientes en la causa judicial, pues los hechos no serían analizados por sí mismos en su objetividad. Sencillamente las pruebas serían sustituidas por los intereses particulares del juez y los hechos reales por los fabricados ex novo. Este es exactamente el ejercicio que se está realizando sobre lo sucedido en el Parlamento de Navarra. Sustituir los hechos reales por otros fabricados para la ocasión.
Es cierto que la acción política no es un ejercicio de análisis objetivo de la realidad, que también entran en juego los intereses propios, que a través de la valoración y la opinión política pueden hacer una lectura singular de los acontecimientos. Pero esta libertad de actuación de la política no puede llegar hasta el extremo de mentir, de falsear la realidad.
Se puede estar legítimamente en contra del acuerdo entre el PSN y Geroa Bai, pero no con razones que se basen en hechos inventados. En una democracia que se pretenda sana e incluyente el disenso y la discrepancia no se pueden articular desde la mentira. En democracia las formaciones y los líderes políticos no tienen derecho a mentir, aunque electoralmente les pudiera venir bien.
La sociedad navarra necesita que nadie juegue con ella, que nadie la utilice como mero instrumento político, como pura mercadería. Navarra, como comunidad política, necesita poner los cimientos sólidos que le garanticen un periodo largo de convivencia social asentada, de una acción política basada en el diálogo y el acuerdo interno lo más amplio posible. La pluralidad ideológica y política, con su diversidad de identidades, es un elemento constitutivo de Navarra como comunidad. La identidad foral de los navarros que aspiran a una relación y vinculación legal con la comunidad vasca es tan constitutiva de la pluralidad navarra como lo es la identidad foral españolista que niega y combate el componente vasco de la sociedad navarra. Tan constitutiva como la de aquellos navarros que solo se sienten navarros.
El Gobierno cuatripartito de la legislatura pasada fue la primera aproximación en ese largo camino de convivencia interna. Pero mostró, asimismo, sus importantes limitaciones. Ahora es el momento de profundizar en la transversalidad y pacto interno mediante una acción de gobierno que sitúe a Navarra en un escenario de sosiego y estabilidad, estableciendo las bases de un proyecto compartido entre identidades diversas.
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