De la prohibición a la interlocución

La auténtica novedad del acuerdo sobre el compromiso de derogar la reforma laboral no está tanto en su aspecto material, pues tal compromiso figura en el programa del Gobierno de coalición, que fue aclarado ayer por los socialistas indicando que la derogación se limitará a recuperar «los derechos laborales arrebatados por la reforma laboral de 2012», aunque persiste el desacuerdo sobre su alcance, sino en el hecho del pacto mismo, desdiciéndose el PSOE de su negativa tradicional a pactar con Bildu, mientras no condene la violencia de ETA. Es decir, para fundamentar tal posición se venía a decir que Bildu tenía legitimidad legal y electoral pero carecía de legitimidad moral y política para ser reconocido como interlocutor. El PSOE estableció para sí una autolimitación que le prohibía negociar con Bildu. Esa regla cayó por primera vez en Navarra cuando la presidenta Chivite negoció con Bildu los Presupuestos. Con el acuerdo del miércoles, la interdicción autoimpuesta quedó hecha añicos, justamente ahora, cuando líderes socialistas en Euskadi están siendo acosados y varias sedes de partidos objeto de pintadas insultantes y coactivas.

Este es el 'gran logro' de Bildu, ser aceptado por el PSOE como un partido más. Resulta paradójico que después de más de cuarenta años tratando de ser una formación no integrada en el sistema, radicalmente distinta en su naturaleza y función a los demás, haya tenido que situar como su gran objetivo ser considerado como un interlocutor más para dialogar y pactar, como Cs, PNV, ERC o cualquier otro. Esta pretensión me parece más inteligente y, democráticamente, más saludable que la autoconsideración labrada durante décadas de ser diferentes y mejores para defender los intereses del Pueblo Trabajador Vasco.

Sin embargo, esta evolución a la normalidad, que aplaudo, exige ser valiente, dentro de su propio mundo, a la hora de romper amarras con los rescoldos del pasado que persisten como fuerzas de involución, que se basan en la intolerancia y en la negación del pluralismo como elemento constitutivo de nuestro pueblo. La IA agrupada en Sortu fue fundamental para lograr que ETA cesara, pero aquella 'valentía', desgraciadamente ejercitada tardíamente, no se ve ahora ante sucesos como los del acoso a Idoia Mendia. El pasado sigue actuando como un cordón umbilical que ata y hasta puede ahogar. Esta falta de coraje perjudica a esa Bildu que con razón quiere subrayar su propio 'valor añadido'.