Días atrás, el Centro de Investigaciones sociológicas (CIS) emitió un informe sobre 'Opinión pública y Política fiscal', cuyo objetivo es recoger opiniones en torno a un amplio rango de aspectos fiscales.

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Como es innecesario recordar, las respuestas a una encuesta son meramente representativas del estado ... de ánimo del entrevistado, de sus conocimientos y cultura, y de sus inclinaciones o preferencias de toda índole, sus juicios de valor, incluidos los de naturaleza política. Pero dicho esto, el pulsar y conocer el estado de opinión de una muestra representativa del colectivo de españoles siempre es interesante y se presta a las correspondientes consideraciones orientadas, esta vez sí, a encaminar al lector, a algún grado de veracidad. No en vano, en un buen número de ocasiones, los lugares comunes, ampliamente compartidos, encierran errores de distinto bulto, o al menos sesgos que requieren de alguna precisión significativa.

Parece interesante destacar tres cuestiones planteadas por el formulario con sus correspondientes respuestas, que se marcarán con los signos (1), (2) y (3).

Las encuestas revelan que hay una relación entre los impuestos de un país, su reputación y la corrupción

La primera de ellas (1) solicita contestación a la siguiente pregunta: «En comparación con otros países más avanzados de Europa ¿piensa Vd. que en España se pagan más, igual o menos impuestos?». El 46,1% responde 'más o igual'. El 35% entiende que se pagan 'menos impuestos'.

La segunda pregunta (2) dice: «¿Diría Vd. que lo que los españoles pagamos en impuestos es mucho, regular o poco?». A lo que el 84,5% entienden que 'regular o mucho' y solo el 10,1% contesta 'poco'.

La tercera y última rúbrica analizada (3) cuestiona si «las administraciones públicas» devuelven al administrado «más o menos de lo que paga en impuestos y cotizaciones!, a lo que el 58,3% manifiestan que 'menos de lo que paga'.

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A partir de aquí consecuencias y reflexiones.

La opinión transcrita de una encuesta directa a los españoles (1) y (2), una manifestación de las familias, por lo tanto, de carácter 'microeconómico', malamente se conjuga con el reiterado anhelo (macroeconómico) del Gobierno de aumentar drásticamente la presión fiscal de España ajustándola a la media de la tabla alta de la presión fiscal mundial; esto es a la media de presión fiscal de la Unión Europea. El epígrafe (3) agrega, como razón adicional, que el Estado no se lo merece.

El epígrafe (3) refiere que la presión fiscal de un país es acorde a la reputación/corrupción del país, a su grado de generación de contrapartidas y en definitiva a lo que el Gobierno o su agencia tributaria se han hecho acreedores a recaudar. No han merecido los recientes gobiernos de España imponer una mayor presión fiscal a sus administrados si atendemos a estos presupuestos. De hecho, un alto porcentaje de los encuestados piensa que se pagan impuestos en demasía.

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Nos comparamos con Dinamarca, cuando el paro medio en España es del 17% y el suyo, inferior al 5%

El epígrafe (1) encierra el principal error conceptual aun cuando la respuesta no se corresponda con la realidad. Su contenido se enlaza directamente con las pretensiones del Gobierno, desnortadas y sin fundamento, de subir cinco puntos de PIB en impuestos, aunque ello no implique que 'en abstracto' a todos nos halagaría figurar en la cúspide de los países de mayor tributación.

Y ello porque las fantasías del Gobierno se construyen sobre un índice, la presión fiscal (Impuestos/PIB) poco representativo de la equidad de un sistema fiscal. Para entenderlo basta comparar el 'esfuerzo fiscal' de un danés, cuya presión media fiscal (45,4%) sobre la 'renta per cápita' danesa (52.000 euros/año) es inferior al 'esfuerzo fiscal' del contribuyente español, cuya presión media (35,8%) gira sobre la 'renta per cápita' española (24.000 euros/año). La renta disponible de un danés (28.392 euros) siempre será superior a la de un español (19.800 euros), aunque su presión fiscal sea superior. Adicionalmente, no puede obviarse aquí la extrema incompatibilidad que representan países con paros del 17% (España, en series de 20 años) e inferiores al 5% (Dinamarca).

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Aunque la presión fiscal española (35,8%) se sitúe en una zona media/baja entre los países centrales, su 'esfuerzo fiscal' está a la cabeza de la tabla.

Hace ya medio siglo que el economista americano Henry Frank introdujo el criterio del 'sacrificio fiscal', más equitativo y certero que el de presión fiscal. Con escaso éxito, según parece, en esferas gubernamentales.

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