El presidente y el Ibex

Lo cierto es que hay una hecatombe económica sobre nuestras cabezas y Sánchez va a tener en sus manos la manguera del dinero y el BOE de los impuestos. Ese es el argumento más persuasivo para que hasta el empresario más neoliberal se arrime al poder. Quieren estabilidad política, que no les frían a impuestos y las ayudas de papá Estado. Todos necesitan dinero, ayudas, subvenciones, desgravaciones. Y sin Presupuestos del Estado no hay dinero, ni ayudas europeas. Políticamente la 'alianza Frankenstein' de la que depende el presidente no es la más deseable, pero a corto plazo no hay alternativa. Así que, como dijo la presidenta del Santander, «es difícil no estar de acuerdo con los principios que expuso el señor Sánchez. Hay muchas cosas que nos unen».

Pocos presidentes se han ganado un espaldarazo tan explícito de un Ibex-35. Claro que todo tiene su precio y Sánchez ya ha declarado que la anunciada subida de impuestos se aplaza hasta 2023. Y otro detalle: Bankia, la antigua y rescatada Caja Madrid, se le ofrece en bandeja, saneada, a La Caixa (antigua Caja de Ahorros y Pensiones de Barcelona), hoy con sede en Valencia huyendo del 'procés'. Nadia Calviño dio luz verde a la fusión sin avisar al vicepresidente segundo, un fan de la banca pública. Ante semejante desaire de su socio de Gobierno, Pablo Iglesias se tragó el sapo sin pestañear. Podemos tiene un otoño judicial complicado. Mensaje de Pedro a los amos del capital: tranquilos, Unidas Podemos es un tigre de papel. Traducido: no habrá pegas a la hora de hacer unos Presupuestos que no le pongan los pelos de punta a los empresarios.

Pero la política española es un circo de tres pistas y Sánchez ejerce de gran prestidigitador. Lo que te da por un lado te lo puede quitar por otro. Lo que te enseña en una pista lo esconde en la otra. Hoy te congela impuestos y mañana anuncia la reforma de la reforma laboral.