No es un tema sencillo el de la vasquidad. Hace apenas unos días, leíamos que el mayor estudio científico realizado hasta la fecha con muestras de ADN de vascos contemporáneos situaba la singularidad genética del país en la Edad de Hierro. La revelación era inaceptable. ... Un insulto. ¿La Edad de Hierro? Qué manera de llamarle al vasco recién llegado, novato y advenedizo. Como si el lehendakari Ibarretxe no nos tuviese prometido que el pedigrí vasco es superior a cualquier otro y, de tan puro, se hunde directamente en el Mesolítico. Eso son cinco mil años más de endogamia. O sea que a ver si hacemos mejor las cuentas y tenemos un poquito más de respeto, científicos.
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Una vez aclarado que la autenticidad vasca se forja en lo más oscuro de la noche primigenia y viaja intacta y misteriosa a través de los milenios, hay que anotar que hay otra opción para conseguirla. Consiste en dar de alta un teléfono e inscribirte en el registro con sede social en San Sebastián. Listo. Ya eres vasco milenario. Es lo que hizo en su día MásMóvil y por eso el PNV bendice ahora la absorción de Euskaltel como «un acuerdo entre dos empresas del país». La relación de MásMóvil con el País Vasco es sobre todo una línea de teléfono. Por lo demás, la empresa tiene los activos en Madrid y la autoridad financiera en Jersey, Canal de la Mancha. El fundador y CEO de MásMóvil se llama Meinrad Spenger. Quizá podríamos conceder que es de Iparralde. Solo habría que extender el norte del país hasta la región austriaca de Estiria y reconocerles automáticamente la vasquidad a paisanos suyos como el Archiduque Francisco Fernando y Arnold Schwarzenegger.
Hace un año, este periódico le preguntó a Xabier Iturbe, presidente de Euskaltel, si MásMóvil era una empresa vasca y respondió que «no» como si le hubiesen preguntado si al baloncesto se juega con los pies. Puestos a desmontar mitos, podría haber añadido que ya avisó Marx de que no tienen patria los obreros y van a tenerla las empresas de telecomunicaciones. Aunque, en realidad, lo de que la vasquidad es un asunto escasamente milenario y más bien relativo y revisable ya lo tenía medio apuntalado la consejera Tapia un año antes, cuando garantizaba el «arraigo» de una Euskaltel que había pasado a depender de un fondo internacional de inversión.
SUEZ
Seis días y millones de memes después, ayer se consiguió reflotar el portacontenedores 'Ever Given', reanudándose así el tráfico por el Canal de Suez. La importancia de la operación es máxima. El carguero bloqueaba una de las principales vías comerciales del planeta y cada día se perdía allí una fortuna al tiempo que se incrementaba un problema logístico de campeonato. Si el alivio económico es grande, también lo es el espiritual. A mí no me hacía bien tener tan presente que hay cargueros de cuatrocientos metros de eslora y quince metros de calado metiéndose en el estrecho pasillo que separaba el Mar Rojo y el Mediterráneo en mis mapas infantiles. Llevo días pensando en inventar una maniobra Heimlich para cargueros monstruosos. Perder para siempre de vista al 'Ever Given' estará bien. Carga más de veinte mil contenedores, pero no contiene la menor poesía. Yo creo que el Canal de Suez hay que cruzarlo, como poco, en el vapor 'Mongolia' y jugando al whist como el excéntrico caballero Phileas Fogg.
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MADRID
Vivimos un momento asombroso en el que los partidos escogen sus causas como se escogen las bolas en la bolera. No a partir de la reflexión y la certeza, quiero decir, sino atendiendo al brillo, la contundencia y la aparente efectividad de la bola, o sea, de la causa. Eso explica que en Madrid sea el PP quien parece defender la noche, las copas y la invasión francesa mientras Podemos, Más Madrid y el PSOE reclaman más Policía y menos diversión, que no hay quien pegue ojo en Malasaña con tanto libertinaje. Todo es por supuesto teatrillo, pero asombra la facilidad con la que se le concede a Díaz Ayuso la causa inexplicada de la libertad mientras a Mónica García y a la novísima izquierda no se les ocurre nada mejor para atraer votos que referirse con evidente desprecio a una franquicia de bares populares y baratos que son frecuentados por los jóvenes votantes. Lo mejor es que queda mucho para el 4 de mayo y veremos cosas aún mejores. Ojalá Errejón emocionándose frente al Cristo de Medinaceli. O Toni Cantó recuperando a su personaje en la peli aquella de Almodóvar para ponerse sin previo aviso al frente del sector ayusista del colectivo 'trans'.
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