
Póker de virus
Furgón de cola ·
La Policía advierte de un intento de colapsar los sistemas informáticos de los hospitalesSecciones
Servicios
Destacamos
Edición
Furgón de cola ·
La Policía advierte de un intento de colapsar los sistemas informáticos de los hospitalesNo se entiende muy bien qué hace cada mañana el alto mando del Ejército, la Guardia Civil y la Policía Nacional compareciendo ante el país ... sin alguien del Gobierno delante que asuma la portavocía general del Comité Técnico de Gestión del Coronavirus. El modelo provoca que los tenientes coroneles, o viceversa, no puedan limitarse a ofrecer información precisa y técnica y se vean en la tesitura de hacer eso que ahora se llama 'comunicar', sorprendiéndonos con llamativas teorías personales sobre el valor, la disciplina y el primer soldado de España.
A veces, la verdad, cansa un poco la idea que parece tenerse desde el poder de lo que es un ciudadano.
Suenan mejor las fuerzas del orden cuando concretan. Ayer, el director operativo adjunto de la Policía Nacional dio una noticia espeluznante: se ha detectado el envío masivo a personal sanitario de un virus «muy peligroso» con el que se pretende destruir los sistemas informáticos de los hospitales. Al parecer, los correos anuncian información relevante sobre el covid-19. Como siempre en estos casos, el clic sobre el documento adjunto es el salto a las arenas movedizas. El plan de los 'hackers' consiste en exigir un rescate por la liberación de los ordenadores neutralizados. La pregunta que cualquiera se hace es a quién puede ocurrírsele algo así. Si para estafar a la gente yendo estos días por ahí diciendo que eres de la Cruz Roja hay que ser un malnacido, para aspirar a colapsar la informática de los hospitales en medio de una gran crisis sanitaria hay que ser el psicópata al que los otros psicópatas desprecian por ser demasiado psicópata.
Es curioso: los países también reproducen la curva de indecencia humana. Y esta asciende. Hace cuatro días, se advertía en Londres de que había ladrones tocando en la puerta de los ancianos y ofreciéndose para hacerles la compra. Ya llegarán a los 'hackeos'. Es como si el virus que viene de fuera avivase el virus que mucha gente lleva dentro y es hasta peor, más oportunista y terco, incorregible. Una vez más: el periodista Stig Dagerman llegó a la Alemania destrozada de la posguerra mundial y lo primero que vio en la estación de Hamburgo, junto a las listas de los jóvenes desaparecidos en el frente, fue el anuncio de un astrólogo ofreciéndose a informar a los padres, previo pago, del paradero de sus hijos.
REINO UNIDO
Se confirma: el padre es aún mejor. Stanley Johnson acaba de anunciar que lo del virus acabando con el mundo ya lo escribió él en una novela de 1982. Unas horas antes se había sabido que está tramitándose el pasaporte francés. Su madre era francesa. ¿Qué problema hay con que su hijo sea a su vez el primer ministro del Brexit? Si alguien cree que lo de la élite frívola y achispada es una exageración, que se fije en los Johnson. Se da, al menos, entre ellos el amor paternofilial. Hace unos meses le recordaron a Stanley en la BBC que hay quien dice que su hijo miente como Pinocho. «¿Pinocho?», respondió. «Eso requiere de un nivel de alfabetización que no creo que el gran público británico tenga necesariamente». Se refería –lo explicó con engolamiento oxoniense– a que el público inglés no sabe deletrear 'Pinocho' «ni aunque lo intente». Se agradece, la verdad, el esfuerzo que hacen en algunos lugares por que nuestra vida pública parezca, por comparación, la auténtica Atenas de Pinocho, perdón, la de Pericles.
EE UU
El domingo 'Science' publicó una entrevista impagable con Anthony Fauci, que es el Fernando Simón de la Casa Blanca: el rostro científico encargado de transmitir información fiable en medio de la crisis del coronavirus. Solo que con Donald Trump al lado. Eso no es fácil y explica la segunda pregunta de 'Science': «¿Cómo se las arregla para que no le despidan?» Fauci responde que, aunque no lo parezca, el presidente le escucha. Lo malo es que luego tiene «su propio estilo». Tres preguntas después, es el pobre Fauci el que está preguntándole al entrevistador qué quiere que haga. «No puedo saltar sobre el micrófono y bajárselo». Asusta leerlo con la curva de los Estados Unidos volviéndose cada vez más seria. Y como si nada. Bill Mitchell, un exitoso locutor trumpista, definía hace un par de días la inquietud ante el coronavirus como un 'hype', o sea, la expectación exagerada que causa el lanzamiento de un videojuego o el estreno de una película. Y hacía el razonamiento que medio mundo sabe ya equivocado: «Nuestros hospitales manejan 670.000 casos de gripe al año. No entiendo cómo unos pocos miles de casos de Covid-19 van a saturar el sistema».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
El rincón de Euskadi que te hará sentir en los Alpes suizos
El Diario Vasco
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.