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Pertenezco al batallón de mujeres que alguna vez amaron a Alain Delon. En mi caso, claro está, de un modo puramente platónico. Lo bueno del enamoramiento mental es que tolera muy bien la infidelidad. Yo por ejemplo, a mis 17 años, a Delon le puse ... alguna vez los cuernos con Paul Newman... Y no se quejó. Siguió queriéndome igual. Pero creo que si por aquella época (finales de los 70) hubiera tenido que elegir entre Paul y Alain, me habría quedado con el francés. Delon entonces tenía cuarenta y tantos y para mí representaba al hombre ideal, hasta en la edad. Está claro que lo mío nunca fueron los ídolos adolescentes. Lo mío era más bien 'cherchez le père...' Por eso cuando poco tiempo después fui a ver 'El último tango en París' caí rendida ante los ajados y torturados encantos de Marlon Brando y ya no tuve ojos para nadie más.
Pero el primero (para mí) fue Delon. Cómo serían de inocentes y platónicas mis fantasías con él que en mi imaginación yo hacía como que le entrevistaba. Parrafadas enteras. Preguntas y respuestas inventadas oportunamente para mi lucimiento personal... Ahora entenderá mi profesora de francés por qué sacaba yo tan buena nota sin apenas dar ni golpe. Entonces estaba muy lejos de adivinar que algún día me ganaría la vida como entrevistadora, que incluso llegaría a conocer a Alain Delon... Y que ni una cosa ni la otra iban a estar ni de lejos a la altura de lo imaginado.
La primera vez que le vi en persona fue en el 92. En la Expo de Sevilla. Llegó con una novia mucho más joven que él. Me tocó cubrir su visita. Durante unos metros incluso caminé a su lado. Y ni frío ni calor... Lo que es la vida, pensé. Muchos años después, de nuevo en Sevilla, tuve ocasión de entrevistarle en el Salón Internacional del Caballo. Posamos para una foto y hasta me cogió del hombro... 'Trop tard'. Delon para entonces ya era un náufrago emocional, desesperado por aferrarse a cualquier salvavidas, un hombre peleado con los años y con su soledad. Ahora lo acabamos de ver en Cannes conmovido de sí mismo. Y a ver quién se atreve a decirle a ese octogenario lloroso que Alain Delon ya no es él. Sería tan cruel como explicarle al bueno de Miki que en realidad no ha ganado Eurovisión.
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