Planes y pluses

El viernes supimos que, como se preveía, Euskadi pasaba a la fase 1 de la desescalada. Y el sábado supimos de improviso que nuestra fase 1 sería distinta. Lástima. Aún intentábamos entender lo que implicaba la fase 1 normal. Y nos fijamos sobre todo en que podrían reunirse las familias que, viviendo en la misma provincia, llevan ocho semanas sin verse.

Pues no: al final, solo podrán verse las familias que viven en el mismo municipio. Lo ha cogobernado así el Gobierno vasco, partidario hasta hace nada de la movilidad interterritorial y de la complejidad (y redondez) del mundo. No de la de Bizkaia, Gipuzkoa y Álava, que, con distintos indicadores, merecen medidas homogéneas.

No sabes si lo peor es tener que entenderlo tú o tener que explicarlo y comprobar que en realidad tampoco lo entiendes. «¿Pero no podíais venir ya a comer con lo del plan nuevo de la normalidad en fase 1?», te pregunta tu padre, que tiene ganas de ver a los nietos. Y tú a los dos segundos no sabes ya si le hablas a tu padre o a Bodino: «A ver, la filosofía de la cogobernanza hace que el Plan para la transición hacia una nueva normalidad del Gobierno contacte, y prácticamente se sublime, con el Plan Bizi Berri de transición sanitaria, social y económica del Gobierno vasco, así que, al vivir en distintos municipios, aunque estemos a unos kilómetros de distancia, no podemos comer hasta que lo diga el lehendakari».

Plus de prudencia, así lo llama el Gobierno vasco, siempre ambicioso con el 'naming'. Cuando tu padre te pregunta qué planes tienes entonces para el fin de semana, recapitulas: «Pues cumpliremos la normativa plus en lo tocante a la prudencia: el sábado yo paso corriendo al municipio de al lado para jugar al golf con diez amigos; tus nietos el lunes vuelven a clase, y tu nuera vuelve a la oficina, que está a cien kilómetros, en San Sebastián, desde que la ascendieron».

Si algo hemos aprendido de los filósofos en esta pandemia es que nada será igual. Y también que las cosas hay que ver cómo son. Ya se intuye que los filósofos no han estado muy finos, pero se les agradece el interés y las palabras de muchas sílabas. A continuación, se aplican sus enseñanzas. El teletrabajo, por ejemplo. Ya podemos decir que nada será lo mismo. Y que el teletrabajo, hombre, pues según se mire. Hay cosas que se hacen muy bien desde casa, lo que podría ayudar a adecuar horarios laborales, limitar desplazamientos y facilitar la conciliación. Pero también hay asuntos que en la oficina se resuelven en un minuto llamando a dos compañeros a tu mesa y que a través de 'Zoom' se transforman en la mismísima vídeoconferencia de Postdam. El 73% de los teletrabajadores desea volver a la empresa. Es un dato revelador, pero puede que solo de lo que implica teletrabajar sin otra alternativa y con los niños en casa.

Empiezan a entrenar los equipos de fútbol y ya vemos que va a ser muy raro. Ayer hubo instalaciones deportivas en las que desinfectaban todo el rato los balones. Con un espray. No se habrá visto en la historia del fútbol cosa igual. Excepto, quizá, en el Milan de Sacchi, donde probablemente se perfumaba un poco el balón para que nada alterase la longitud de onda estética que irradiaba Paolo Maldini. O en alguno de los equipos de Bilardo, donde rociar los balones con ántrax sería probablemente habitual, para endurecer el carácter de la plantilla.