Los planes y los peces

Como me gusta facilitarles el trabajo a los historiadores que mañana buceen en la hemeroteca, lo diré en corto y por derecho: Rajoy fue sustituido por un bolso y por Pedro Sánchez (en ese orden) y eso terminó complicando, entre otras cosas, la producción de langostino vasco, variedad atómica, en la antigua central nuclear de Lemoiz.

No me he vuelto loco. Fue una de las ideas que Arantxa Tapia expuso ayer en comisión parlamentaria. La consejera concedió que los terrenos que ocupa la central, esa ruina industrial, ya podrían estar revertidos al Gobierno vasco. Y reconoció que en su día ella misma habló de inversores muy interesados en participar en el proyecto de la piscifactoría de Lemoiz. Pero todo se ha visto entorpecido por la inestabilidad en el Gobierno central. Insistió en ello ayer Arantxa Tapia, aunque no llegó a decir, como la víspera Josu Erkoreka, que la necesidad de formar gobierno en Madrid es «urgente» porque la incertidumbre afecta a proyectos estratégicos en Euskadi. Sorprende que, tras escuchar a Erkoreka, no llegase el gran acuerdo en el Congreso, quizá el gobierno de concentración: «No se podía permitir que los vascos siguiesen esperando».

Aunque conocemos la extraordinaria potencia de Madrid como topónimo expiatorio, a la oposición ayer no parecían interesarle tanto los avances del cultivo de gambas en Lemoiz como el papel de Iberdrola en la devolución de los terrenos y el desmantelamiento de la antigua central. Arantxa Tapia dijo que eso se estaba haciendo muy bien, todo legal, fenómeno. Y que a pensar mal a la Fiscalía. Después trató de derivar hacia las virtudes de la economía azul. La apuesta por eso sigue intacta. Ayer se habló de una previsión de seis meses para disponer de los terrenos y avanzar en el proyecto. Le tienen muchísima fe a la acuicultura. Hay una empresa en Ondarroa que ya está produciendo «mejillones a buen ritmo», anunció la consejera.